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Matar mujeres

Fernando Maldonado
Parabólica
2016-09-19 07:31:30

Matar mujeres en la meseta central del país es cosa de todos los días. También lo es, en la mayoría de los casos, la impunidad que permite a victimarios escapar de investigadores y del aparato de procuración de justicia que da aliento a estos depredadores.

Un imagen ilustra como muchas otras en cualquiera de los estados que conforman la Megalópolis; sobresale por distintas razones: la saña con la que se cometió la masacre, la falta de eficacia de los cuerpos investigadores y, desde luego, la pobreza en la que las víctimas vivieron hasta que la muerte las encontró.

La descripción de la imagen refleja las condiciones en las que vivieron y murieron a manos del victimario desconocido, ilocalizable, impune pues.

Es una humilde vivienda de no más de 60 metros cuadrados. Hay viejos muebles de sala, con el tono de un color que se fue por el paso del tiempo y los rayos del sol que entran por la misma ventana por la que asoma la cámara del reportero de nota roja, único testimonio gráfico del triple homicidio en la violenta línea divisoria entre Puebla y Tlaxcala, caracterizada por la ausencia de servicios y seguridad por su condición limítrofe.

Son dos mujeres cuyos cadáveres se encuentran en el piso, vestían pantalón oscuro al momento del hallazgo. Como metáfora de la vulnerabilidad femenina y sistemática en un mundo en el que el feminicidio se convierte en un tema de agenda, carecen de calzado; los zapatos viejos arrojados en algún rincón.

En un punto del pequeño habitáculo una víctima colateral del crimen múltiple: un niño de unos 12 años de edad, ultimado igual que a las mujeres adultas con un tajo de cuchillo en la garganta. La sangre de las tres víctimas cubre un 70 por ciento del piso de la vivienda. Fueron masacrados a cuchillazos.

Seis meses antes del triple homicidio, dijeron en su momento vecinos de la polvosa vecindad, llegó esa familia de quién sólo se sabe, carecía de una figura paterna.

Con el tiempo un sujeto adulto se involucró con la madre del menor ultimado la madrugada de  un domingo cualquiera.

Una de las mujeres estaba embarazada, la otra menor de edad tenía signos de haber sufrido abuso sexual. El responsable quiso borrar toda huella criminal prendiendo fuego a la vivienda pero no lo consiguió por la llegada del H. Cuerpo de Bomberos; sin embargo, nadie lo encontró o peor aún: nadie lo buscó.

La Ciudad de México, el territorio mexiquense, Puebla y Veracruz repuntaron en los últimos años como los estados entre los que destacada el fenómeno del feminicidio. El crimen sin castigo en estas zonas geográficas, como sucede en Tamaulipas, Guerrero y Michoacán, tiene rostro de mujer y los depredadores, siguen a la caza. Nadie los encuentra, o nadie los busca.


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