Fisculin se lava la cara

Reza el dicho que “de que lloren en mi casa, mejor que lloren en la ajena” eso, precisamente, es lo que el fiscal General del Estado, Luis Ángel Bravo Contreras, está haciendo en estos momentos.

Vea usted, estimado, inteligente y mal pensado lector, en aquellos tiempos de “la plenitud del pinche poder” de los Duartistas en Veracruz, estos gozaban de cabal salud, dinero, poder, amor, gula, locura y todos los pecados capitales que usted guste y mande.

En esa bonita hermandad, vivía Luis Ángel Bravo, mejor conocido como Fisculin -luego les cuento- y Arturo Bermúdez Zurita, entonces titular de la Secretaría de Seguridad Pública.

Ambos, se disputaban el amor y la atención de Javier Duarte, quien oía los chismes de los dos.

Pero el tiempo pasó, Arturo renunció envuelto en el escándalo y cayó en desgracia cuando Miguel Ángel Yunes, gobernador electo, cual sabueso, denunció a todos, todo lo que olía a Duartismo fue investigado.

Y entonces, se descubrió que Zurita era multimillonario, después las investigaciones y demás.

Ahora se da a conocer que sorprendentemente, Fisculin fue quien atacó a Bermúdez, trabajó y que ahora lo persigue.

Atrás quedaron los viejos tiempos en que ambos compartían amor y comida del mismo plato.

A los veracruzanos nos quedan muchas dudas ¿Será que se quiere lavar la cara? el tiempo lo dirá.

Lo que hasta ahora nos queda claro es que Fisculin no es muy bueno en eso de “impartir justicia pronta y expedita”, más bien es todo lo contrario.

Para muestra, ahí están los miles de desaparecidos, el daño patrimonial por más de 35 mil millones de pesos de recursos federales; los cientos de funcionarios ricos que se hicieron millonarios al amparo del poder.

Ninguno de los casos ha sido esclarecido, por lo que desde este rinconcito donde hacen sus nidos las olas del mar, vemos con justificada desconfianza que Fisculin agarre a Zurita. Lo dudamos