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Cierre de administración

Andrés Solano
Corpus Delicti
2016-12-12 08:02:48

El cierre de administración del todavía gobernador Mariano González Zarur ha sido a tambor batiente, si durante su gestión trabajó a un ritmo intenso el cierre no ha dejado nada que desear.

Inauguraciones de obra, eventos, las últimas obras y acciones han corrido por una vía rápida incluso frenética.

Han pasado casi seis años desde que Mariano González Zarur inició su gestión como gobernador. Venía de una peleadísimas elecciones que concluyeron con la decisión de los tlaxcaltecas de cambiar de rumbo.

Hartos de malas gestiones, de evidencias de corrupción, de elefantes blancos, de decisiones de gobierno al vapor, de amiguismos, compadrazgos y muchos otros vicios que se arrastraron por años, los electores dieron un giro de 180 grados eligiendo un camino que a todas luces cambió el rostro del estado para siempre.

Las dos gestiones estatales anteriores habían dejado muchos rezagos, se acentuaron retrasos históricos, aumentó la pobreza, se perdieron muchos empleos, dejaron de llegar empresas a la entidad y el decrecimiento se convirtió en una cruda realidad.

Tlaxcala en esos oscuros momentos no era una opción para traer nuevas inversiones, no era tampoco un lugar en donde el futuro fuera promisorio, el buscar un hueso era una de las pocas opciones a las que aspiraban los profesionistas que deseaban dar a sus familias una vida digna.

Las administraciones de Sánchez Anaya y Héctor Ortiz no brillaron por ningún factor decisivo para el desarrollo, lo único que se puede argumentar a su favor es que no rompieran ese cerco de seguridad que impide endeudar al estado, de lo contrario estaríamos frente a un escenario muy difícil, una tragedia quizás irreversible.

Frente a la situación caótica en que recibió Mariano González a Tlaxcala, la estrategia más importante y menos lucidora fue meter orden, orden en las finanzas, en el gasto, en los proyectos que habrían de marcar el rumbo de la entidad por los próximos años.

Primero, se hizo una limpia general para acabar con aviadores, vividores, terminar con favoritismos, y privilegiar una administración más saludable, más esbelta pero no menos efectiva.

Es obvio que al terminar con prebendas la popularidad del dirigente se vio amenazada, ya que las voces de aquellos que fueron afectados se hicieron escuchar y algunas no callaron a lo largo de los años.

Bien dicen que los gobernantes tienen dos opciones cuando asumen el poder, la primera es tomar decisiones populares, la segunda opción, y la más difícil de ellas es optar por las opciones correctas.

Esas que no se reflejan en las encuestas pero que a mediano plazo cambian el panorama de los pueblos para siempre. Mariano González se arriesgó y optó por ésta última.

Los resultados están a la vista, hoy Tlaxcala es un estado en orden, con gobernabilidad, que crece y que ha enderezado sus indicadores haciéndose atractivo para nuevas inversiones y donde las nuevas fuentes de empleo hacen vislumbrar un horizonte positivo para las nuevas generaciones.

Orden, no elefantes blancos ni obras de relumbrón, disciplina y no obras espectaculares para apantallar a las masas fue el signo de la administración que concluye.

Hoy Tlaxcala enfrenta nuevos retos y los escenarios son complejos pero las condiciones para afrontarlos y superarlos están ahí, a la vista de todos.


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2024-03-28