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Constitución, nuevo siglo y nuevos retos

Fernando Maldonado
Parabólica
2017-02-13 07:31:21

Las condiciones geopolíticas cambiaron desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, en diciembre pasado. El mapa en el orbe tiene otros actores con distintos paradigmas. La forma de ver el mundo y la correlación de fuerzas políticas y militares sufrieron una mutación tan radical, que desde la elección de noviembre pasado en Estados Unidos, casi nadie ha podido leer este momento.

Quizá por ello es indispensable revisitar el pasaje histórico que dio vida a la Constitución de 1917, documento que cumplió sus primeros 100 años el domingo pasado y que permitió establecer reglas claras de convivencia entre los mexicanos y alejó razonablemente los intereses de fuerzas extranjeras respecto de los recursos naturales en nuestro país.

Escribe el especialista en derecho Jorge Sánchez que en el documento fundacional de hace una centuria “quedó plasmado el espíritu de reivindicaciones sociales, justicia, paz, libertad y democracia que inspiró las obras que emprendieron los gobiernos posteriores”.

Añadió que “lo novedoso de la Constitución de 1917 fue el reconocimiento de los derechos laborales, como la huelga y la libre organización de los trabajadores, además de regular el trabajo asalariado al establecer salarios mínimos y la duración de la jornada laboral”.

Fue el producto del trabajo de “hombres de entre 30 y 40 años que procedían de distintos sectores sociales y estados de la República”..

Una parte fundamental del documento considerado en diversas partes del mundo como un texto de avanzada en términos de tutelage de garantías individuales fue el “derecho de los ciudadanos a la educación laica, gratuita y obligatoria y de manera sobresaliente, el principio que otorgaba a la nación regular las características de la propiedad privada, de acuerdo con el interés de la comunidad”.

Una interpretación elemental de la Carta Magna de aquel 5 de febrero de 1917 se observa a la luz del interés por el bien de la sociedad en general, sin distingo de raza, credo o creencias políticas, lo que la convirtió en un modelo para la construcción del andamiaje institucional que aún sigue vigente.

Fue el resultado del trabajo de 220 delegados de todos los estados del país. Había abogados, profesores, artesanos y campesinos. La numeralia de ese evento histórico pone de patente la unidad que existía en torno al trabajo y el compromiso.

Trabajaron en la confección de este nuevo texto 62 abogados, 22 oficiales militares de alto rango, 19 agricultores, 18 profesores, 16 ingenieros, 16 médicos, 14 periodistas, siete contadores, cinco líderes sindicales, cuatro mineros, tres trabajadores ferrocarrileros, dos farmacéuticos, un actor y 31 representantes de otras profesiones.

Hace 100 años los peligros para el país eran otros, pero igual hubo retos que superar para poder consolidar el sistema de participación democrática que aún en nuestros días es norma cotidiana.

Los nuevos retos, como hace una centuria, demandan ese mismo sentido de unidad incluso por encima de legítimos intereses por ampliar o conservar cotos de poder. Las marchas del fin de semana pueden ser un buen principio, pero no lo es todo. El elemento central para conseguir esa unidad, como sucedió en el pasado es México.


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