Impunidad, el arte de la desaparición

No podemos hacer caso omiso y callar ante la impunidad de los exgobernadores que han sido detenidos, lo peor del caso que sus capturas no han sido en México.

No siendo los únicos perseguidos, Duarte y Yarrington, el meollo del asunto es la impunidad con que desaparecieron los recursos públicos durante los periodos de sus mandatos.

No fueron centavos ni pesos, fueron millones de pesos los desviados con una franca hipocresía ante el pueblo que gobernaban como si fueran los bienhechores mandados desde el cielo.

No siendo únicos y ni de un solo partido político, la impunidad no respeta credos ni doctrinas, mucho menos estratos sociales.

Más bien, va en función de los valores adquiridos desde el seno familiar, y decir que la falta de una progenitora que los haya guiado por el bien, más parece que las enseñanzas hogareñas fueron en la creación de mafias que operaran y desaparecieran recursos como por arte de magia.

La impunidad crea socios y cómplices que persiguen el mismo objetivo, tal parece que hay algunas autoridades que han desviado la mirada ante la desaparición de los recursos que les fueron entregados a los responsables de su buen manejo.

Aquí y en China, el delito es el mismo

Eso se convierte en mafia, y la mafia para que opere con total impunidad debe estar bien organizada.

La impunidad se manifiesta también en aquellos que encubren el arte de la desaparición, y se convierten en cómplices dentro de la figura legal, al no dar a conocer con base en números el desvío de recursos, formando desde ahí parte de esa mafia.

La impunidad sigue con aquellos que sabiendo y persiguiendo como viles sabuesos, paso a paso que dan los prófugos, no hacen nada para evitar su fuga.

Es una vergüenza que los hoy detenidos hayan sido apresados en otros países, la impunidad en México ha rebasado los límites de la sociedad.

La señal que manda el gobierno federal es un alto a la impunidad sea quien sea.

Lo malo es que lo hace en tiempo de elecciones.

Si el alto a la impunidad fuera una realidad, aparte de los detenidos en el extranjero, cuántos exgobernadores estarían en posición de listos para la carrera de la desaparición.

Muchos de los que cuidan los manejos de los recursos deberían poner sus barbas a remojar ante tal situación, porque de ellos dependía que los recursos entregados fueran bien aplicados y no dar a conocerlos cuando la presión social está a punto de estallar.

Aparte de ellos, las autoridades judiciales deberían estar en la misma situación y no dejar que se vayan por la puerta de atrás, cuales viles sirvientas.

Siendo de tal manera la impunidad en México, las autoridades que no detectan los ilícitos que cometen quienes ostentan el poder público, también están dentro de ella al no ser debidamente electos para ocupar esos cargos de responsabilidad.

La impunidad es el arte de desaparecer recursos, delitos y acciones fuera de la ley bajo la mirada y auspicio de las autoridades encargadas de denunciarlos en el momento oportuno y no bajo una presión social o para ser pieza dentro de un juego perverso político.

De los ilícitos cometidos por los que se les acusa a los exmandatarios y los que faltan por detener, el narcotráfico, la creación de empresas fantasmas, lavado de dinero, etcétera. Las preguntas que nos hacemos son: ¿qué autoridades fiscales debieron hacer su trabajo en tiempo y forma y darlo a conocer con la oportunidad que merecía en ese momento?

¿Qué autoridades judiciales debieron intervenir y hacer su trabajo en tiempo y forma para detenerlos en México para ser juzgados de acuerdo con nuestras leyes?

Pero como reza el dicho popular: tanto peca el que mata la vaca como el que le jala la pata.

La impunidad está por encima de nuestros valores morales y sociales, no hay progenitora que les preste su árbol genealógico para protegerlos y darles nombre.