Fin de etapa e inicio de otra

A partir de hoy aproximadamente 39 millones de mexicanos inscritos en las listas electorales de 14 estados donde habrá comicios el próximo domingo, entrarán en un proceso de reflexión a fin de decidir a quienes de entre miles de candidatos que juegan por un cargo, le darán o negarán su voto.

El próximo domingo habrán de renovarse 12 gubernaturas, 547 alcaldías y 398 diputaciones locales en BC, Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas, Oaxaca, Puebla y Sinaloa –estos últimos 3 estados hoy en manos de la oposición al PRI-.
En forma paralela ese mismo domingo se elegirán en la Ciudad de México 60 diputados para la Asamblea Constituyente.
Usted con toda razón preguntará: ¿y?

A decir de los analistas y estudiosos de estos procesos, estas elecciones del 5 de junio de este 2016 no sólo representan el fin de un modelo de elección directa que duró poco, unos 20 años, desde que el IFE en 1996 se hizo ciudadano, y desde que los partidos comenzaron a ser auditados en sus recursos financieros.

Pero sobre todo, desde que el centro del ejercicio del voto estaba en urnas transparentes para evitar que nadie las embarazara desde antes. 

Todo indica que las siguientes elecciones, las presidenciales y legislativas de 2018, se realizarán en gran medida a través del uso de urnas digitales.

Ya ahora mismo el uso masivo de redes digitales es lo que definirá sin duda el sentido del voto de muchos millones de mexicanos. El siguiente paso sólo será una consecuencia de esto.

El otro elemento que seguramente será sometido a revisión incluso legal, es el uso del método de la llamada guerra sucia.

Una guerra que ha derivado en un caudal de embates entre partidos y candidatos quienes se han exhibido unos a otros como poseedores de enormes riquezas de origen indebido, vinculados al crimen organizado, con antecedentes penales, en fin, para mostrarse como un conjunto de sujetos sin moral ni ética y sólo poseídos por la ambición del poder para continuar esquilmando al pueblo.

En medio de la más severa crisis económica nacional e internacional, de inseguridad pública, de falta de empleo, de miseria y hambre, de indefinición en su futuro, los mexicanos todos hemos sido testigos como partidos y candidatos en contienda no han presentado ninguna propuesta de solución real a ninguno de los males enunciados, y por el contrario han aprovechado sus presentaciones para embarrarse todo tipo de lodos mediáticos.

De ahí surge la reflexión del panista Roberto Gil Zuarth, hoy presidente del Senado, quien recuerda a la clase política mexicana que existe el día después de las elecciones.

“Mi preocupación es que queden pocas posibilidades de encuentro, de acercamiento entre los partidos políticos después de campañas electorales tan intensas.

“Si nos decimos durante 60 días uno a los otros que somos narcos, que somos corruptos, ¿con qué posibilidades nos podemos juntar al día siguiente para construir una reforma en materia, por ejemplo, de seguridad pública?

“¿Cómo nos sentamos a construir iniciativas, dictámenes, decisiones en materia de Sistema Nacional Anticorrupción, si hemos rebajado a tal grado nuestro debate público, que no solamente ya no existe confianza sino simplemente no existe posibilidad de diálogo entre personas que se reconocen con cierta legitimidad democrática para tomar decisiones?”, indica.

El reto está no sólo en modernizar en sus procesos la vida político-electoral de México, sino en sus tratos, sabiendo que luego de mentarse la madre deberán sentarse juntos a la misma mesa para sacar adelante acuerdos en beneficio de los mexicanos.