Lo que viene para Tlaxcala

El cambio de gestión en los gobiernos estatales suelen ser eventos traumáticos, en donde los engranes de los que se van y los que llegan no suelen ajustar adecuadamente, especialmente cuando hay cambio de partido en el poder. ¿Será en esta ocasión una historia diferente?

La salida del ex gobernador Héctor Ortíz dejó serias dudas sobre su eficiencia administrativa, la transparencia de la gestión y por supuesto, de los resultados obtenidos, especialmente en el tema de la pobreza.

Y ni hablar del empleo, en donde además de no crearse nuevas fuentes de trabajo, se perdieron varios miles de oportunidades de que llegara el pan a las casas tlaxcaltecas.

Además estaba el monumento a la megalomanía orticista. La plaza bicentenario, un churro infame que le da la bienvenida al local y al visitante a la zona centro de la capital, muy al estilo de la sede de la iglesia La Luz del Mundo, con todo respeto para ese culto.

El caos reinaba, el gobierno saliente parecía no tener pies ni cabeza, aunque para muchos esto fue una estrategia de la administración saliente para entorpecer el trabajo de los recién llegados.

Incluso para Mariano González, un obsesivo del orden administrativo, la tarea de arrancar la administración representó un reto importante.

Hoy el estado está frente a una gran oportunidad, la de iniciar la nueva gestión con cierto orden, con dinero en las arcas, y sobre todo con un pleno conocimiento de los planes y proyectos realizados, y por qué no, los que quedaron por realizar.

Pero ¿cómo va a iniciar Marco Mena de manera efectiva los trabajos de su gestión? A meses de que esto ocurra se vislumbran dos escenarios, una entrega recepción fast track, o una de carácter protocolaria en donde se cumplan las formas, los tiempos y los rituales priistas.

¿Se dará prioridad a crear un equipo de transición que tome el control administrativo del gobierno o el énfasis se pondrá en la creación del plan de desarrollo para los próximos años?

¿Y cómo habrá de construirse la nueva visión del estado? ¿Consultas, foros o ambos? Sin duda son interrogantes que habrán de despejarse en los próximos meses, incluso la conformación de un equipo de transición podría esbozar quienes son los hombres del gobernador.

Pero antes de los hombres están los proyectos y antes de los proyectos está la visión, en este caso la de un hombre que tiene un bagaje que seguramente pondrá énfasis en la pobreza, la generación de empleo y la educación.

Estos temas si bien son sumamente importantes requieren un contrapeso en infraestructura, porque aunque la gente no come cemento le gusta ver obra, especialmente cuando en el vecino estado de Puebla se derrochó en obra pública.

Los diagnósticos dictarán hacia donde se mueve Tlaxcala en los próximos años, ésta administración cerró con grandes obras en Apizaco, quizás el futuro esté en Huamantla por el boom que se dará en la región a causa de la industria automotriz.

Afortunadamente no se cierra con magalomanía ni elefantes blancos, lo importante es que se inicie con rumbo definido, con rapidez e intensidad para que la sociedad perciba un beneficio palpable de la continuidad del partido en el poder.

El reto es grande y el tiempo apremia, esperemos que para bien del estado, lo que venga, convenga.