Andrés Solano
Corpus Delicti
2016-07-11 07:29:25
El papel de Tlaxcala en la Megalópolis de ninguna manera debe estar supeditado al tamaño físico del estado o a la población que tiene. Esto es un asunto de proactividad y planeación.
En estas líneas ya comentábamos sobre el fenómeno de los procesos de crecimiento de las principales ciudades de la corona regional del centro de México, un fenómeno que no es único en el país, sin embargo al ver los procesos de conurbación en un mapa podemos apreciar muchos desarrollos de este tipo.
La población conjunta de las 59 zonas metropolitanas de México es de más de 63 millones de habitantes, esto significa que más de la mitad de la población de México está pasando de vivir en formatos de ciudad a otros de megaciudad.
Si consideramos que este fenómeno se da sin cambiar de residencia, es decir, lo que cambia es la ciudad en sí, producto de su crecimiento desmedido, trae consigo problemas que rebasan los aspectos urbanísticos y de servicios.
Esto significa que todo este universo poblacional está mudándose a una megaciudad sin proponérselo, el suelo y el escenario donde se desarrollan sus vidas está cambiando frente a sus ojos. Ya no están viviendo en el tipo de ciudad en el que ellos habían decidido vivir.
Aunque estos procesos no se dan de un día para otro, sí son muy acelerados, incluso mayores al índice de crecimiento poblacional ya que estos grandes asentamientos son percibidos en el colectivo como polos de desarrollo (aunque no necesariamente lo sean) y funcionan como grandes imanes que siguen atrayendo a más gente que cambia de residencia en busca de una vida mejor.
Ya sea que esto ocurra por cuestiones de ideosincracia o de otro tipo, lo importante es que no hay que ser muy perspicaces para adivinar el stress al que están sometidos estos grupos poblacionales cuando la presión demográfica sobre las ciudades rebasan a la misma y de pronto resulta que cada día hay más tráfico, más contaminación, y la movilidad cada vez es más lenta.
Con este crecimiento también crecen otros problemas como la delincuencia, ya que aún cuando los índices delictivos no se movieran, el número total de eventos siempre va a crecer de la mano de la población.
Otro factor que juega en contra de las mega ciudades y su gente es de los servicios públicos. En poblaciones en donde el crecimiento es cero desde hace años, ya no hay la necesidad de hacer nuevas calles ni de ponerles drenaje e iluminación porque las manchas urbanas han dejado de crecer.
En lugar de esto, los recursos se destinan al mantenimiento de las obras que ya están hechas, y como el mantenimiento es menos caro que la creación de nuevas obras, pues entonces tenemos que se empieza a crear un círculo virtuoso alrededor de estas poblaciones.
Sin embargo estamos muy lejos de llegar a ese punto, los problemas de las zonas urbanas crecen cada día, y por si fuera poco, ahora hay problemas comunes, y nos guste o no, las cosas que pasan en Hidalgo o en Morelos tienen un impacto local porque zonas que antes estaban alejadas una de la otra ahora forman parte de un todo llamado Megalópolis.
Entender estos procesos desde sus diferentes perspectivas es el primer paso para tomar las medidas necesarias que nos permitan mejorar las condiciones de vida de la población del estado involucrada en esta problemática.
Solo así se podrá ir un paso adelante y ser la parte que propone, y no la que obedece, en esta compleja red de problemas, necesidades, y sobre todo retos, de dimensiones que hace unos cuantos años ni siquiera sospechábamos podrían existir.