En Hidalgo, el 69.2 % de las viviendas registradas en el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI se encuentran habitadas.
En Hidalgo, el 69.2?% de las viviendas registradas en el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI se encuentran habitadas, es decir, 184 mil 383 viviendas particulares y colectivas están en uso, de un total de 266 mil 357 registradas. El resto están deshabitadas que representa un 21.1?% o se usan solo de forma temporal que representan un 9.7?%.
De esas viviendas habitadas, el 66.7?% son propias, ya pagadas o en proceso de pago, pero un sector importante de la población, el 20.2?%, vive en casas rentadas. Además, el 11.9?% reside en viviendas prestadas y el 1.2?% en otras situaciones.
Para quienes no tienen vivienda propia, la renta representa un gasto cada vez más difícil de sostener. El salario mínimo vigente en 2025 es de 278.78 pesos diarios, lo que equivale a ocho mil 364 pesos mensuales.
Sin embargo, el costo promedio de renta mensual en municipios como Pachuca, Mineral de la Reforma o Tizayuca supera los seis mil 500 pesos, de acuerdo con portales inmobiliarios.
Esto significa que una persona que gana el salario mínimo, tendría que destinar entre el 85?% y 95?% de sus ingresos solo al pago de la renta, sin considerar servicios, transporte, alimentos o salud.
Esta proporción está muy por encima de las recomendaciones internacionales, que sugieren no usar más del 30?% del ingreso mensual para cubrir vivienda.
En este contexto, la inflación ha sido un factor clave. Aunque los precios de arrendamiento suben año con año, los ingresos no aumentan al mismo ritmo.
Entre 2020 y 2025, los precios se elevan por diversos factores, y aunque el salario mínimo aumentó, aún no alcanza para cubrir el costo real de vida.
Esto obliga a muchas personas a mudarse a zonas más alejadas, compartir vivienda con familiares o aceptar condiciones de hacinamiento o baja calidad. Mientras tanto, miles de casas están vacías o sólo se usan en temporadas, lo que revela una contradicción en el mercado inmobiliario local.
Este fenómeno no es exclusivo de las zonas metropolitanas. En municipios como Tula, Tulancingo o Huejutla, donde tradicionalmente la renta era más accesible, los precios también subieron por el encarecimiento de bienes, servicios y vivienda en general. Incluso en regiones rurales, los contratos informales y la escasa oferta de vivienda asequible disparan los costos sin control.
El aumento de rentas sin embargo, no es acompañado por una mejora en la calidad de la vivienda. Muchas personas pagan precios altos por espacios reducidos, mal ubicados o sin servicios completos. Esto provoca que algunas familias se trasladen a zonas periféricas o compartan casa con otras personas, lo que incrementa el hacinamiento y la presión sobre la infraestructura urbana.
La situación también evidencia la necesidad de políticas públicas que regulen el alza de rentas, amplíen el acceso a vivienda digna y generen alternativas reales para quienes no tienen propiedad. Sin acciones específicas, el alquiler seguirá siendo una carga insostenible para quienes menos ganan.
Porque aunque la mayoría de la población en Hidalgo aún vive en casas propias, quienes rentan enfrentan un panorama marcado por la desigualdad.
Información: El Sol de Hidalgo
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