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Jorge Carrillo Olea, el villano favorito del PRD-Morelos

Laura Arreazola 2017-02-27 - 07:38:25

En la época de Carrillo Olea como gobernador empezaron los secuestros en Morelos. En particular los de la banda que lideraba Daniel Arizmendi, “El Mochaorejas”, quien durante mucho tiempo operó sin que nadie lo molestara, además de ser vinculado con el narcotráfico.

Luego de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) recuperó en Morelos lo que había perdido en 1988, los grupos de Antonio Riva Palacio y Lauro Ortega continuaron con sus diferencias, por lo cual aparecieron algunos personajes que luego serían identificados como parte de la avanzada que impulsaba la llegada de Jorge Carrillo Olea, que trabajaron para construir una presencia y un arraigo en la entidad de alguien que era desconocido para la mayoría de los electores.

De acuerdo con Graco Ramírez, actual gobernador de la entidad, el incremento del crimen organizado en Morelos data del periodo cuando Carrillo era funcionario en la Secretaría de Gobernación, pues controlaba las aduanas, donde se manejaba el contrabando de mariguana.

Durante el sexenio de Miguel de la Madrid (1988-1994), Carrillo Olea se vinculó a Carlos Salinas de Gortari para ser candidato a gobernador. Antes, en 1989, fundó el Cisen, donde comenzó a controlar la información política del gobierno federal.

La razón por la cual las intenciones de desplazarlo de la nominación a la gubernatura fueron desechadas por algunos, era su cercanía con Salinas de Gortari. Prueba de ello fue que para integrarlo a la PGR junto a Jorge Carpizo, se realizó una modificación a la Ley Orgánica de la dependencia, para eliminar el requisito del título de licenciatura en Derecho para poder ser el responsable del combate al narcotráfico. Dejó de ser una Subprocuraduría y se convirtió en Coordinación.

Carrillo Olea era desconocido como priista y morelense en la entidad; los locales consideraban que Ángel Ventura Valle, integrante del grupo de Antonio Riva Palacio, en cuyo gabinete participó como secretario de Programación y Finanzas, quien además estaba en el Senado desde 1991, tenía mayores merecimientos como miembro activo del tricolor para conducir a la entidad en el sexenio 1994-2000.

Anomalías durante los comicios

En marzo de 1994 se realizó la primera elección donde votaban los representantes religiosos. El obispo Luis Reynoso protestó porque la casilla que le correspondía se instaló hasta el mediodía. El Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) denunciaron ante la autoridad electoral retraso en la instalación de las urnas, que el padrón estaba inflado, que se cambió sin aviso la ubicación de casillas, falta y manipulación del material electoral en general.

Esta fue la última ocasión en la cual se determinó en Los Pinos quien sería el gobernador de Morelos; lo mismo había sucedido con los mandatarios anteriores, ya que así funcionaba el sistema.

La destitución de su gubernatura

En la época de Carrillo Olea como gobernador empezaron los secuestros en Morelos. En particular los de la banda que lideraba Daniel Arizmendi, “El Mochaorejas”, quien durante mucho tiempo operó sin que nadie lo molestara, además de ser vinculado con el narcotráfico.

Graco Ramírez, entonces senador perredista, impulsó movimientos para destituir a Carrillo Olea. En 1995 realizó la primera marcha del silencio, además de 2 más; 1 en 1996 y otra en 1997.

Asimismo, pidió la destitución de Sergio Estrada Cajigal en mayo de 2004 y luego en una iniciativa priista se pidió la salida del gobierno de Marco Adame, acusado de supuesta relación con el narcotráfico, específicamente con “El Cártel de los Beltrán Leyva”.

A principios de 1998, Graco Ramírez y otros legisladores promovieron un juicio político contra Carrillo Olea, pero el entonces secretario de Gobernación, el priista Francisco Labastida, le pidió retirar la solicitud. Como el perredista se negó, Labastida le pidió que permitiera que Carrillo Olea presentara su renuncia.

El 13 de febrero cuando Carrillo Olea declaró que si lo intentaban someter a juicio político “no va a proceder, porque no hay elementos. Es una barbaridad de la oposición. Terminaré mi gestión el 18 de marzo de 2000”.

Presionado, con una fuerte repulsa social, Carrillo Olea dejó la gubernatura el 18 de mayo de 1998.

En su defensa Carrillo Olea afirma que el entonces presidente Ernesto Zedillo inventó tales infundios en su contra, simplemente porque le era “antipático”.

Además ha señalado que Zedillo, con tal de desplazarlo del cargo, le pidió a su procurador general de la República, Jorge Madrazo Cuéllar, que creara una causa penal en su contra, así como una “campaña de desprestigio, valiéndose de declaraciones prejuiciosas y de filtraciones a la prensa”.

La historia se vuelve a repetir con Graco

Graco también ha soslayado el juicio político en su contra y ha defendido a capa y espada a Alberto Capella, titular de la Comisión Estatal de Seguridad Pública (CES), quien tiene la operación del Mando Único, estrategia sobre la cual también existen denuncias de homicidios, robos y tortura, además de sus vínculos con el presidente Enrique Peña Nieto.

La Coordinadora Morelense de Movimiento Ciudadano interpuso en noviembre de 2016 la demanda al acusar al gobernador del desvío de mil 800 millones de pesos del crédito de 2 mil 806 millones que el Poder Legislativo le autorizó en octubre de 2013.

Lo cierto es que a Carrillo Olea nunca se le acusó de corrupción. Hoy, en el Congreso local prevalece la demanda de dicha coordinadora, pero la mayoría de los diputados tienen elementos sobre los altos índices de inseguridad y omisiones de autoridades estatales, como el caso de las fosas clandestinas de Tetelcingo.

Por tanto, los diputados tendrán una determinación decisiva que marcará de por vida su actuación política.


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