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La división y fractura acechan, otra vez, al priismo tlaxcalteca

Pedro Morales 2017-03-13 - 07:47:37

Un factor para la supervivencia priista, es que pese a todo y contra viento y marea, es de reconocer que en Tlaxcala es el único partido que conserva sus estructuras.

El nuevo rostro del viejo PRI en Tlaxcala, no puede ocultar los efectos de los nuevos tiempos de la alternancia, poco a poco se reduce la cancha para los políticos de la vieja guardia.

Analistas políticos refieren que en cada partido hay tiempos de cambio y los del tricolor en Tlaxcala no se han detenido, nuevos rostros surgen como en el caso del actual gobernador Marco Mena, pero bajo la mirada vigilante y recelosa de los herederos de Emilio Sánchez Piedras.

Refieren los especialistas que un factor para la supervivencia priista, es que pese a todo y contra viento y marea, es de reconocer que en Tlaxcala es el único partido que conserva sus estructuras.

En los 60 municipios, en las más de 400 comunidades, en los pueblos y rancherías hay comités locales del PRI, presencia que ha quedado a salvo de las ideologías y del asecho de nuevos partidos.

Salen de momento como cuando ganó el ahora neo morenista Alfonso Sánchez Anaya, probaron en el PRD, pero en los pueblos los priistas se mantuvieron a la expectativa y lo mismo pasó con el ex gobernador panista y ahora diputado local del  PAC, Héctor Israel Ortiz Ortiz.

Algunos cuadros se pasaron momentáneamente al PAN, pero no dejaron su querencia tricolor, tan es así que en la pasada contienda electoral los cuadros volvieron a mostrar su solidez.

Simplemente en las urnas defendieron el voto de sus candidatos a gobernador, alcaldes, diputados y presidentes de comunidad, a diferencia del PRD y del PAN que ni siquiera pudieron cubrir su cuota de representación en las casillas electorales.

El resultado salta a la vista, el PRI volvió a ganar, con estrategias federales como la repartición de 170 mil pantallas digitales entre las familias inscritas en programas sociales que mandó Peña Nieto y que esa simple acción hizo regresar a las urnas a los priistas.

Cambios de camiseta, una práctica común

Desde hace casi veinte años, los priistas se cambian de camiseta, ya probaron en la izquierda y la derecha, pero siguen fieles a sus principios, aunque no exista una doctrina de partido como tal, las y los priistas tlaxcaltecas siguen sus instintos.

Simplemente se van con el ganador y nuevas oleadas surgen al amparo de los procesos electorales en una mezcla de renovación, pero sin dejar de reconocer la jerarquía de los pocos líderes morales, son los “tiachcas” o los abuelos que sobreviven a la democracia.

La fragmentación de la familia revolucionaria del PRI en Tlaxcala llega a su máxima expresión durante los procesos internos de selección de candidatos que en el caso del tricolor, siempre estuvieron dominados por los vetos, que encuentran salida con la reforma política y permite a tricolores convertirse en demócratas a partir de 1998.

Las rupturas se producen en un grupo identificado con el mismo liderazgo que deja muchos damnificados en tres sexenios, sobre todo en la administración más que en la política, porque cada ex gobernador le da por crear su tribu, grupo, frente o hasta partido político.

El regreso del PRI desplaza a una parte importante de la administración que siembran los gobiernos del PRD y PAN, a lo que se suman decisiones del Ejecutivo local que provocan encono en contra de su persona y de la figura del gobernador.

En 2016, el proceso de selección se alcanzó el triunfo, pero sin que se ocasionen rupturas importantes como ocurre en 1998 y 2004, lo que impide al interior del PRI la formación de un “Todos Unidos contra Mariano” (Tucom) que se concreta fuera del partido.

En la campaña aparecen pintados de negro y amarillo, los ex líderes de los policías, los ex dirigentes del Sindicato 7 de Mayo, los viejos operadores políticos del PRI, algunos empresarios de la construcción y muchos otros retazos de la fragmentación de la familia revolucionaria.

Por eso ahora que el gobernador Marco Mena se encuentra entretenido en formar su gabinete y la realización de sus foros para integrar el Plan Estatal de Desarrollo, los priistas de la vieja guardia retoman su posición.

Pese a que en Tlaxcala no hay elección de gobernador, hasta dentro de cuatro años y medio, sin duda el botín de las diputaciones locales, federales y senadurías es apetitoso y reinicia con bríos la lucha por el poder.

Ocho dirigentes estatales en menos de seis años

La historia reciente de Tlaxcala —en su vida política—, nos muestra que nunca antes el Revolucionario Institucional había tenido tantos dirigentes en un solo sexenio, eso sin contar a los interinos, esos constantes cambios ni siquiera se dieron cuando fueron oposición en los sexenios de Sánchez Anaya y de Héctor Ortiz.

Las consecuencias de estos continuos cambios de presidentes, lo han resentido sus sectores que antes daban cohesión y que ahora se ven debilitados y con poca presencia partidista.

El PRI en el sexenio del exgobernador  Mariano González inicia con Ernesto García Sarmiento, el conocido “Gavilán”, hombre de todas las confianzas de Beatriz Paredes, tuvo que ceder la presidencia a Arnulfo Arévalo Lara, quien llegó a la dirigencia acompañado de Anabel Ávalos como secretaria.

Perdieron dos distritos electorales federales ante el PRD, así como la elección al Senado, cargando la derrota la propia Anabel Ávalos que se tuvo que refugiar en la delegación federal de la Sedesol y de ahí a la alcaldía de Tlaxcala, ambos políticos, además de la derrota, obtuvieron un bajo número de votos en la elección presidencial.

Fueron sustituidos por José Luis González Sarmiento y Rosa Isela Sánchez Rivera, una pareja de bajo peso político, tuvieron que cargar con la derrota de sus antecesores.

Llegó a la presidencia Noé Rodríguez Roldán, quien después de haber pasado por la Secretaría de Gobierno y haber perdido una elección en los tribunales, dijo que no estaría sometido a los designios del gobernador en turno.

Este personaje fue célebre en Calpulalpan y al ahora flamante secretario de Comunicaciones y Transportes del nuevo gobierno se le recuerda vestido de sacerdote al lado de la comediante “Chabelita”.

El siguiente presidente del PRI fue Ricardo García Portilla, joven tecnócrata a quien los analistas le pronosticaron una meteórica carrera que contemplaba una diputación federal y luego dentro de cuatro años y medio, posiblemente la candidatura al gobierno del estado.

García Portilla dejó en su lugar a Óscar Amador Xochiteotzin, el conocido "Lobo" que antes de incorporarse al Comité Estatal del PRI, se desempeñó como coordinador de giras de Mariano González.

Fue removido tras filtrarse que solicitaba dinero a los alcaldes donde se iban a llevar a cabo eventos del jefe del Ejecutivo estatal, pero sobre todo para la realización de las interminables giras que consumían mucha gasolina, era el pretexto.

Su lugar fue ocupado meses más tarde por el ahora gobernador, Marco Antonio Mena, lugar desde donde logró escalar rápidamente sobre los políticos de la vieja y nueva guardia, para hacerse de la candidatura y a la postre de la gubernatura.

Luego llegó Gabriela del Raso, quien tuvo que aguantar a los priistas que se encabritaron por no haberse visto favorecidos con la bendición del jefe, a unos los dejó ir y a otros, los tuvo que convencer de que se quedaran.

Hace un año en marzo, tomó las riendas del partido el apizaquence José Luis Ramírez Conde, quien contra viento y marea logró incrustarse, aunque sin saber del tema por ser ingeniero de profesión, como flamante secretario de Fomento Agropecuario.

El activismo político de Beatriz Paredes y Mariano González

Mientras el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez sigue entretenido en sus foros y en la elaboración de su Plan Estatal de Desarrollo, los dos ex mandatarios llevan a cabo un trabajo político y tejen fino.

Tienen la mira fija en las elecciones del 2018, con la clara intención de llevar mano en la designación de los candidatos, pero antes deben hacerse de la dirigencia estatal, para desplegar sus hilos de control.

Es claro que los ex  gobernadores quieren evitar que el actual gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez controle al partido.

Mariano González Zarur y Beatriz Paredes Rangel han recurrido a sus contactos nacionales para pedir el mando del Partido Revolucionario Institucional rumbo a los comicios federales del 2018 en que los tlaxcaltecas elegirán presidente, senadores y diputados federales y locales.

Mariano González se resiste a que su corriente muera en el nuevo gobierno que encabeza Mena Rodríguez, mientras que Beatriz Paredes busca regresar al Congreso de la Unión por su estado natal y evitar una candidatura en la Ciudad de México.

Es claro que sus posibilidades de ganar una elección de mayoría se reducen, luego de haber permanecido por unos años como embajadora de México en Brasil, pero ya está de regreso, tras su misión diplomática.

La política de Huamantla se siente incómoda en la Reserva Nacional de Talentos (Renata) y se ha destacado por subir y bajar del Senado al Congreso de la Unión y en Tlaxcala ella es la que decide y por supuesto que nadie la da por muerta.

Comentaristas nacionales dicen que es obvio que la ex gobernadora tlaxcalteca se está moviendo, porque es claro que quiere regresar a la actividad política y que mejor siendo senadora o diputada federal por Tlaxcala.


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