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Tres rounds con Ali

Carla Johnson 2016-06-13 - 09:19:14

El quinto Beatle en calzoncillos, el que juraba que Dios era negro, el que superó al hermano Malcolm X entre los musulmanes negros. ¡Damas y caballeros, ante ustedes el más rápido, el más grande y el más bonito!

PRIMER ROUND. A Cassius Marcellus Clay Jr. le llamaba la atención que su padre, abuelo y bisabuelo llevaran el mismo nombre.

Nacido en Louisville, donde ser negro de clase media no significaba nada, el niño de diez años de edad abría la boca demasiadas veces.

—¿Por qué los negros nos sentamos atrás en el autobús?, ¿por qué mamá tiene que ir a limpiar las casas de los blancos?

—“Voy a la tienda y el dueño es blanco, luego voy a la farmacia y el farmacéutico es blanco. El conductor del autobús es blanco. ¿Qué es lo que hacen los negros?”

Comprendería más tarde que su nombre y el de sus antecesores era el de un abolicionista del siglo XIX, agricultor de Kentucky, que heredó 40 esclavos y una plantación. Se llamaba Cassius Marcellus Clay, cuyo nombre heredó el isabuelo del que se convertiría en el atleta del siglo pasado y uno de los iconos de los años 60, al lado de John Lennon, Martin Luther King, Elvis Presley, Malcolm X, los Kennedy y Bob Dylan.

Padre rotulista, madre atendiendo casas para blancos, un hermano menor, el jovencito podía presumir una bicicleta Schwinn de colores rojo y negro de 60 dólares.

En 1954, a los 12 años de edad, el robo de su bici le cambiaría el destino. Cassius se puso a llorar, alguien le dijo que en el sótano de un edificio cercano había un gimnasio (Columbia) y ahí un policía.

El niño, acostumbrado a hablar demasiado y hacer gestos, bajó furioso exigiendo agarraran al ladrón para golpearlo con sus propios puños. Lo recibió Joe Martin, ex agente de policía y entrenador de chamacos en su tiempo libre. “¿Sabes pelear?, ¿no? Entonces, primero aprende a boxear, antes de abrir la boca”. A las seis semanas, el jovencito Clay tuvo su primer combate. Pesaba 40 kilos.

Cassius Clay revolucionó los pesos pesados

SEGUNDO ROUND. Las historias de los pesos pesados eran miserables, hasta la mitad del siglo pasado. San Langford terminó ciego y arruinado, Joe Louis esclavo de la coca y huyendo del fisco. Beau Jack lustraba zapatos de clientes blancos, Ike Williams acorralado por la mafia, Tony Galante peleaba contra canguros y pulpos y Floyd Patterson estaba arruinado por la mafia.

El último eslabón, antes de la llegada de Cassius al título de los pesados, se llamaba Sonny Liston. La prensa lo llamaba La Bestia, El Tonto, El Mono. Sonny, hombre con espaldas del tamaño del cuadrilátero, no conoció lugar ni fecha de nacimiento, sabía escribir su nombre y conoció la cárcel antes de subir al ring.

Y sin embargo, nadie apostaba un centavo por Cassius Clay, medallista dorado de los semipesados en Roma 60, cuya bocaza era más rápida que sus movimientos en el cuadrilátero. Ali arrebataría el título pesado a Liston, ante la sorpresa de propios y extraños.

Surge Mohamed Ali

Cassius había recibido humillaciones de la raza blanca en restaurantes y otros establecimientos que se negaban a atenderlo, sin importar su medalla olímpica.

Entonces llegó a su vida la Nación del Islam y dejó de llamarse Cassius Marcellus Clay. Había nacido Mohamed Ali.

Elijah Mohamed, líder espiritual de los musulmanes negros, había llamado al boxeador Mohamed X, dándole el mismo grado que el hermano Malcolm X.

Todos los hermanos negros importantes recibían la X, aunque fue tal la euforia que levantó el nieto de esclavos que el mismo Elijah lo bautizaría como Mohamed Ali, por encima de los demás.

En 1967 tendría su primer descalabro abajo del ring. Ali no quiso alistarse en el ejército para pelear en Vietnam, por lo que fue arrestado y despojado del título mundial de los pesados. Tardó cuatro años en recuperar su licencia. Entonces aparecería el mito en el libro The Greatest (El más grande), en el que se escribió que Mohamed Ali arrojaría su medalla en el Río Ohio en protesta, aunque años más tarde el propio boxeador argumentaría que en realidad la había perdido.

Ali regresó con más fuerza, obteniendo millonarias bolsas para enfrentar a monstruos como Frazier, Foreman y Norton.

Darse el lujo de grabar la canción Stand by me y dejarse escuchar antes de cada enfrentamiento. Convertirse en el quinto Beatle.

Ali perdió la última batalla y el mundo volvió a rendirle tributo

TERCER ROUND. Ali rezaba cinco veces al día. A cada rato pensaba en la muerte. Desde los años 80 sufría el mal de Parkinson. Una enfermedad del sistema nervioso que hace rígidos los músculos. Su rostro ya era una máscara sin expresión. Él hablaba y los movimientos también estaban perdiendo la batalla. Se ganaba la vida firmando fotografías y guantes de box.

Ali perdió la última batalla y el mundo volvió a rendirle tributo. Libros, películas, discos y revistas volverán a venderse en su nombre. Tras esa apariencia de roca, en su funeral, Ali se imaginará de nuevo en el cuadrilátero, bailando con la guardia baja, hablando de más y haciendo fintas con su pequeña Laila Ali, el más bonito hecho mujer.