En Tlaxcala, sólo12.5 por ciento del total de la población es considerada como no pobre ni vulnerable; es decir que 87.5 de los tlaxcaltecas está en condiciones de pobreza o vulnerabilidad.
En ciudades, pueblos y colonias de los 60 municipios que integran la geografía de Tlaxcala, la pobreza y en algunos casos la pobreza extrema asoma su rostro de implacable necesidad por la carestía de la vida.
En el primer cuatrimestre del año, la cuesta de enero se hizo más significativa la carestía por la liberación del precio de las gasolinas, el diesel, la energía eléctrica y el gas licuado de petróleo.
Los aumentos vienen en cascada día a día, semana a semana y mes con mes de tal forma que en los mercados los precios de la canasta básica se han disparado sin control en perjuicio del bolsillo de las y los jefes de familia.
Leche, carne y huevo, hasta los frijoles y un simple aguacate se han convertido en artículos de lujo para las familias, precios nunca antes vistos también han alcanzado los limones, los jitomates y ni hablar de pescados y mariscos.
No hay alternativa, bajar el consumo en la dieta, privarse cada vez de más y más cosas son acciones cotidianas que deben emprender cada día las madres de familia que ven los precios inalcanzables por la voracidad de los comerciantes de todo tipo.
Mientras en Tlaxcala no se ha definido una estrategia de política social para contrarrestar los efectos de la inflación —que no es apreciada en su justa dimensión—, por la clase política en el poder.
Las familias tlaxcaltecas, sobre todo en las comunidades rurales, ven menguar sus posibilidades para alimentar bien a sus hijos, leche, carne, pan y huevo están fuera de los salarios mínimos.
Se prende el semáforo rojo de la pobreza laboral de Tlaxcala
La organización “México, ¿cómo vamos?”, ubicó en semáforo rojo la pobreza laboral de Tlaxcala con 47.3 por ciento en el primer trimestre de 2017, aun cuando significó una reducción de 3.3 puntos porcentuales frente al 50.6 por ciento registrado en el mismo periodo de 2016.
La pobreza laboral es una situación en la que el ingreso laboral de un hogar no es suficiente para alimentar a todos sus miembros. Los hogares en pobreza laboral pueden lograr alimentarse a partir de ingresos no laborales como remesas, transferencias o acceso a programas sociales.
La pobreza debe eliminarse porque genera un ciclo vicioso en el que por falta de recursos los individuos no pueden acceder a alimentos, educación, transporte y, por tanto, no pueden generar recursos para salir de esta situación.
Si bien la pobreza laboral disminuyó, sin embargo, la organización señala que para Tlaxcala aún representa un reto que los salarios de los trabajadores sean suficientes para adquirir los productos de la canasta básica con sus ingresos.
En contraparte, el Semáforo Estatal de Indicadores de esta organización coloca en verde los 3 mil 439 empleos formales creados en el primer trimestre de 2017, pues la expectativa era de 3 mil 75.
A ello se suma el número de trabajadores que se encuentra en la informalidad que también ha tenido una leve mejoría con respecto a 2016, con una disminución de 1.2 por ciento, de acuerdo con las estadísticas de esta organización.
En el rubro de crecimiento económico, Tlaxcala tuvo un avance de 2.4 por ciento en el cuarto trimestre de 2016.
La organización “México, ¿cómo vamos?” evaluó a Tlaxcala con buenas cifras respecto a la desigualdad de ingresos entre los trabajadores, personas ocupadas en el gobierno y deuda pública que continúa en ceros.
87.5 de los tlaxcaltecas está en condiciones de pobreza
En Tlaxcala, sólo12.5 por ciento del total de la población es considerada como no pobre ni vulnerable; es decir, que 87.5 de los tlaxcaltecas está en condiciones de pobreza o vulnerabilidad.
La pobreza alimentaria de los tlaxcaltecas, por ejemplo, se ha mantenido en los mismos niveles –el 24 por ciento- durante la última década, esto representa 285 mil personas del total de pobres locales.
Por otra parte, 78 por ciento de la población vive en localidades urbanas y el 22 por ciento en rurales, lo que determina que los pobres de Tlaxcala no están sólo en el campo sino también en la ciudad.
Otros datos oficiales, dicen que 109 mil tlaxcaltecas viven en condiciones de pobreza extrema; la mayor parte de ellos se localiza en los municipios de San Pablo del Monte, Huamantla, Tlaxco, Chiautempan y Apizaco.
Ante este oscuro panorama las acciones del gobierno federal para el combate a la pobreza se llevan a cabo en el muy cuestionado programa denominado “Cruzada Nacional Contra el Hambre”; los municipios que son objeto de atención son solo tres: El Carmen Tequexquitla, San Pablo del Monte y Zitlaltepec de Trinidad Sánchez Santos.
Pobreza en Huamantla
Abandonados a su suerte, los integrantes de nueve familias que fueron desalojados violentamente de un predio por granaderos y destruidas sus viviendas, piden el auxilio de las autoridades estatales, municipales y defensores de derechos humanos que les han dado la espalda.
Hombres, en su mayoría estibadores, mujeres y niños han encontrado refugio en un terreno que un alma caritativa les prestó durante tres meses, el futuro de estas personas es incierto y desesperante.
Sus chozas fueron destruidas, sus pertenencias lanzadas a la calle, sin importar las inclemencias del tiempo, de nada valieron los argumentos de que contaban con un recibo de compra venta del predio que ocuparon durante años.
Llegar a este lugar conocido como el barrio de “Guadalupe” del pueblo de Ignacio Zaragoza, en las goteras del Pueblo Mágico de Huamantla, significa constatar las difíciles condiciones en las que viven estas familias de tlaxcaltecas,
Cartolandia en Chiautempan
Cartolandia en Chiautempan sigue más viva que nunca, unos la niegan pero al paso de los años unas familias se van, pero otras llegan y para la familia Villegas Pérez, el diez de mayo fue una fecha para estar juntos y convivir entre ellos, aunque no tengan dinero para el regalo de la jefa de familia, ni tampoco alguna comida especial.
Viven en un pequeño cuarto de madera, cartón y láminas al lado de la barranca de Briones, desde el que se aprecian diminutas las casas que hay en la parte baja del asentamiento.
La choza, erigida sobre un minúsculo pedazo de tierra es de 5 por 5 metros y su techo de pedazos de madera es sostenido por piedras y neumáticos viejos, tiene las ventanas cubiertas con plástico y cartón.
En ese reducido espacio viven 11 personas: Lorenza Pérez Reyes, de 54 años; su esposo Pedro Villegas Guerrero, de 56; su hija Carla Villegas Pérez, de 19; y sus nietos Miriam de 11, Perla de 9, Cristal de 7, Javier de 5, Carlos de 4, Leslie de 2, Jesús de 3, y Daniel de 2.
De los ocho niños que viven en el pequeño cuarto, sólo Jesús y Daniel son hijos de Carla, quien trabaja en una empresa maquiladora, los otros seis han sido criados por Lorenza desde recién nacidos.
Ella ha asumido la responsabilidad de sus seis nietos, porque su hija no se hace cargo de ellos, aunque ocasionalmente les lleva algún apoyo económico.
El sustento del matrimonio Villegas Pérez y de sus seis nietos proviene de Pedro, el jefe de familia, quien trabaja en la casa de un vecino realizando labores diversas: limpiando el patio, arreglando el jardín y cuidando durante las noches.
En el interior del cuarto, hay una división hecha con pedazos de madera, yeso y cartón.
En una de las partes del cuarto hay una mesa, una estufa inservible y dos gabinetes con algunos trastos, en la otra hay una mesa, un calentón de leña y dos camas, en las que se reparten los 11 integrantes de la familia.
Lorenza adquirió su calentón de leña hace cuatro años, como no tiene para comprar leña ya que cada costal cuesta 35 pesos, utiliza varas de la planta jarilla que abunda en ese sector, ropa vieja y zapatos rotos para encender el fuego que provee de calor a su familia durante el invierno.
Miriam, Perla y Cristal, las nietas mayores de Lorenza y Pedro, asisten a la primaria y diariamente salen de su casa cuando el sol apenas comienza a salir, bordean la barranca y descienden por un largo camino arenoso.
Los hombres viven y mantienen a sus familias del producto de la pepena, y de la colecta de desperdicios reutilizables, venden cartón, vidrio, metal y lo que se pueda, un día sí y el otro también.
Tlaxco sin esperanza
El municipio de Tlaxco poco a poco se queda sin la fuerza más importante para el trabajo y su desarrollo, sus hombres, jóvenes o de mediana edad se van en busca del sueño americano, ya no les importa dejar hijos, mujeres o a sus padres.
La situación es angustiante, el panorama se repite lo mismo en El Peñón del Rosario que en Casa Blanca, Maguey Cenizo o en Tepeyahualco donde la soledad, el viento y el silencio son constantes, las 24 horas del día, los 365 días del año.
La gente en las calles son mujeres, los pocos hombres en su mayoría de la tercera edad, que se quedan se dedican a las labores del campo, poco a poco el matriarcado cobra vigor.
Crescencio Bonilla Sánchez asegura que el campo ya no deja ni hierbas, son pocos los quelites, muchos menos los quintoniles, las malvas, todo ha cambiado, la situación es angustiante, no hay ya de que echar mano, por ningún lado, ni dentro, ni fuera de las casas.
Por eso y como no tenemos otra opción que desarrollar, “yo me dedico a cuidar al burro y la vaca, todo el santo día, pero no gano nada con cuidar al burro y la vaca, desgraciadamente nada más… nos andamos haciendo pendejos”, concluye.
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