Como desde hace siglos, otra vez la magia se hizo presente en los bosques de la Sierra Nevada del Ixta-Popo, en Nanacamilpa miles de visitantes fueron testigos del prodigio natural de la danza de estos insectos en su santuario de reproducción.
El fenómeno se presenta puntualmente las noches húmedas de junio, julio y agosto, los pinos, sauces y oyameles se llenan de magia, al parecer de la nada empieza una danza de luces fluorescentes, las lucecitas fugaces de color verdoso muestran el vuelo de estos fantásticos insectos.
Son totalmente inofensivos para el hombre, más bien es la presencia del ser humano la que es un riesgo para su santuario, silencioso, obscuro, húmedo, misterioso.
Esa lucecita que aparece, desparece y a veces brilla mucho más que las demás, es y se ha comprobado que lo producen las luciérnagas hembras que han llegado a reproducirse.
Estas criaturas son pequeñas hadas aladas, silenciosas, elegantes, admirables que forman parte importante de la cadena por la vida, por eso han sobrevivido a cataclismos, cada año llegan a este lugar a reproducirse.
Nanacamilpa y la Isla Norte de Nueva Zelanda, son los dos únicos santuarios en el mundo donde las luciérnagas se reproducen en estas cantidades, las autoridades federales, estatales y municipales prometieron cuidarlas.
Los ejidatarios de la región en “Piedra Canteada”, otra vez se comprometieron públicamente a cuidar de las luciérnagas, a cuidar a los visitantes y mantener el orden en los accesos y sus alrededores.
Por el pago de acceso se tiene derecho a un estacionamiento cercado, servicios de sanitario, un guía, el recorrido por más de un kilómetro por el sendero de las luciérnagas y tras el recorrido de una hora y media, se reconforta a los visitantes con ponche de frutas muy caliente y un pedazo de pan de fiesta
Lo malo es el comportamiento de los visitantes, sin importar el famoso reglamento, metieron lámparas, algunos gritaban y se violaba la quietud milenaria del santuario.
Poco antes, una pertinaz lluvia, que se abatió por espacio de quince minutos, marcó la diferencia, casi de la nada comenzaron a aparecer las lucecitas, primero de arriba de los árboles, luego por las ramas, parecía un bosque de navidad, con sus luces intermitentes.
Las luciérnagas bajaron, el ambiente se iluminó, fue un espectáculo que dejó sin habla a los visitantes, las luces danzaban entre la gente, curiosas, sutiles, suaves y hermosas como al inicio de los tiempos.
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