La tragedia de Joel

Apenas habían pasado nueve meses desde que Joel Rayón Paniagua dejó su natal Córdoba para cruzar la frontera norte y buscar el ansiado sueño americano cuando un sujeto abrió fuego en una discoteca en Orlado, y lo mató.

Su madre, Rufina Paniagua Ramos, relata que el joven de 31 años se trabajaba en el ramo de la construcción, y la noche del sábado, salió con un amigo a divertirse, con ella había hablado apenas el pasado viernes y le prometió tramitarle una visa de turista para que lo fuera a visitar.

De origen humilde, Joel Rayón, llegó a Córdoba cuando tenía 14 años, proveniente de la sierra, empezó a trabajar en un mercado, pero su sueño era tener una casa propia de la cual llevaba apenas los cimientos.

“Era un muchacho muy trabajador a pesar de que no tenía estudios, nos mudamos a Córdoba para ganarnos la vida, Joel se fue el año pasado a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida, me iba a hacer mi casita, tenía planes” narró la madre.

Refirió que la última vez que habló con su hijo, este le dijo que todo estaba bien, después un amigo de Joel le llamó para darle la mala noticia. Lo habían matado junto con otras personas.

“Hablé con el pasado viernes en la noche, le dije que todo está bien, le dije que se cuidara el allá. Me había prometido sacarme una visa de turismo para ir a Estados Unidos, su hermano me dio la noticia, un amigo de Joel me dijo que ya se iba de la disco, pero le dieron ganas de ir al baño, entonces se regresó cuando el terrorista se metió y mató a mucha gente” dijo la señora.

La madre de Joel, apuntó que lo único que quiere es ayuda de las autoridades para traerse el cuerpo del muchacho, pues una vez le dijo que si moría lo enterraran en Córdoba.

“Yo quiero traerme el cuerpo de mi hijo para acá para sepultarlo. Quiero que se quede acá, gracias a Dios me está apoyando mucha gente. Yo no tengo ni un peso, él debía dinero de personas que le prestaron para pagar su viaje e irse de mojado”, dijo.

La familia de origen humilde ha acudido a las autoridades para que les den una visa humanitaria, les paguen los boletos de avión y logren ir para recoger el cuerpo.

“Lo único que queremos es enterrarlo, solo eso, despedirnos, y terminar con esta pesadilla en la  que se convirtió este maldito sueño americano”.