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ESPECIAL: A sus 63 años, la Huamantlada da fama mundial a Tlaxcala

Redacción 2017-08-18 - 12:12:40

La Huamantlada cumple 63 años. Fue inventada en el, ahora, Pueblo Mágico de Huamantla el quince de agosto de 1954. A lo largo de estas décadas, se consolidó como el festejo más popular que dio fama mundial a Tlaxcala.

Uno de sus fundadores, testigo viviente y parte de lo que es este festejo, narra lo vivido a lo largo de 63 años. Su nombre es José Hernández Castillo, quien además es el cronista del Pueblo Mágico.

Don José, la Huamantlada cumple ya  sesenta y tres años: ¿qué es lo que más recuerda, lo que más le gusta de este festejo tan especial y único de México?

JHC: Hace sesenta y tres años, entre otros muchos huamantlecos, me tocó hacer algún trabajo para realizar la Huamantlada; en mi caso, yo he sido siempre herrero y mecánico. Mi compadre Eduardo Bretón y Miguel Corona y Raúl González me encomendaron las puertas de los corrales, de donde tenía que salir los toros para el recorrido. En ese tiempo eran cuatro toros bravos y como seis cabestros, seis toros mansos.

Era igual que el encierro de San Fermín: el primer encierro sale de la casa de Roberto Covarrubias, donde había un señor que se llamaba Andrés Loaiza, que era herrero; entonces, le rentaron la casa para descargar ahí a los toros y la familia de Andrés Loaiza se fue a vivir a otra casa que rentaron, para que viviera con su familia y dejara la casa aquella para improvisar los corrales.

Ahí se formaron cuatro corrales. Cada corral tenía su puerta corrediza, con sus cerrojos y sus candados debidamente, porque no había la confianza por parte del gobernador de aquel tiempo, que era el señor Felipe Masarraza. No era fácil que otorgara el permiso para que se hiciera el encierro.

Entonces, Felipe Masarraza responsabilizó de alguna manera al doctor Alfonso Goya, que era el director del centro de salud y director del Hospital de Huamantla, y a Miguel Corona que era su cuñado, pero, además, era aficionado practico para torear; entonces, aunque ya la idea para hacer ese encierro ya lo había traído Raúl González, quien muy joven fue a Pamplona.

Allá vio el éxito que tenía el encierro en Pamplona, vino a Huamantla, le platicó a su cuñado, Manuel de Aro, del éxito en Pamplona, para que fuera mi compadre y yo también; Manuel de Haro, o como también le decíamos cariñosamente “Manolo de Aro”, era el presidente de la feria. Les platicó del éxito que tenía en Pamplona el encierro de San Fermín y ellos lo pusieron a consideración de su grupo de aficionados y se hizo en Huamantla.

¿En qué año sale cuando entran los toros a la calle, el circuito?

En 1954. Fue el 15 de agosto. Claro que todo esto que le comento, pues, hay periódicos y muchos libros que hablan de lo mismo, en el Museo Taurino de Huamantla, que se fundó en 1981. Se tienen fotografías de las calles cuando no había burladeros, fotografías de todos los fundadores, entre ellos los que hace un momento mencionábamos.

Estaba mi compadre Emilio Macías, mi compadre Eduardo Bretón, Manuel de Haro, don Sabino Llano Sánchez, papá del doctor Sabino Llano, estimado amigo, pero muy especialmente yo recuerdo a Miguel Corona porque, como yo trabajaba en la hacienda de Masarraza y en otros lugares como herrero y arreglaba las bombas sumergibles, el sistema de riego de los ranchos y las haciendas, por eso tenía cierta relación con ellos.

¿Cuál es la Huamantlada más funesta, más fea, con más heridos y muertos que usted recuerde?

Para mí, hay muchas que me traen gratos recuerdos pero hay otras que me traen tristes recuerdos. Una de ellas en la que hubo el primer muerto en una Huamantlada.

Fue un compañero de la Cruz Roja, fundador como nosotros de la Cruz Roja, Reynaldo Toledo Bretón, quien a la vez que fue socorrista, fundador de la Cruz Roja. Era el celador de la XEHT. 

Entonces, en un burladero que estaba muy cerca de la calle Matamoros, sobre la calle Allende, a dos puertas de la esquina, él tenía, además de sus aparatos para transmitir a control remoto lo que estaba ocurriendo, transmitirlo a la XEHT. Tenía su camilla y su botiquín, porque era socorrista, entonces cuando Reynaldo Toledo ve que cae bajo de una camioneta un empleado de caminos (tenía un apodo curioso que no vale la pena mencionarlo), resulta que  por atravesarse a salvar aquella persona, el toro a cabezazos lo fue prensando contra el estribo de la camioneta. Entonces trata de salvarlo, sacarlo, sacó su camioneta del burladero, arrastró a la persona con mucho trabajo, lo desprendió del estribo de la camioneta y lo subió a su camilla.

En ese momento, por detrás de él estaba anunciado cuatro toros, y venía un quinto toro que no estaba anunciado en ese encierro. Y él fue el que lo embistió, lo aventó hacia el aire, cayó de cabeza y se desnucó. Yo estaba en otro puesto de socorros, como comandante de otro grupo, y lo llevamos, bueno, lo subimos a la ambulancia, lo llevamos al Seguro Social de Puebla y ahí, al poco tiempo de haberle dado atención médica, falleció el buen Reynaldo Toledo Bretón. Es el primer muerto en una Huamantlada. Y eso, para todos los socorristas, para todos nosotros que fuimos sus amigos de toda la vida, fue un golpe tremendo.

Hubo otra época. Yo fui alcalde en 1989 a 1991, y en noventa y uno me tocó una de las peores tragedias que puede sufrir un evento como los que cada año se realizan. En la Carrera de Carcachas, el primer día, tuvimos seis personas que murieron por un carro que se le cayó la rueda izquierda... perdón, la rueda derecha. Al momento en que cae el carro ya no tiene la rueda, se fue contra el público y mató a seis personas. Y en la tarde se murieron otras tres; total que murieron catorce personas en ese evento de la carrera de carcachas, incluyendo a dos de la Huamantlada que murieron ocho días después, dos norteamericanos. Uno era norteamericano, el otro no recuerdo si era canadiense.

Es porque se pusieron en medio, ¿cierto?

Sí. Varias veces la policía los había retirado. Lo que pasa que, en ocasiones, el público pues se pone a favor de la persona que llevan detenida sin saber la causa de por qué lo llevan detenido. La policía lo había retirado y lo llevaron no en calidad de detenido, simplemente a retirarlo del riesgo; entonces, lo retiran con su cámara, la cámara la dejó a guardar por ahí en la esquina de Juárez y Matamoros en alguna tienda.

Cuando el público lo defiende, lo libera de la policía, él regresa, vuelve a colocar su cámara de aquel tiempo, muy antigua, con su tripié, y llega el toro y hace pedazos el tripié, la cámara, y de paso se lo lleva a él. Entonces fueron dos personas.

Recuerdo que, pues, casi seis meses o cinco meses, yo estuve constantemente asistiendo a la embajada de Estados Unidos en México, para declarar como había estado aquello. No es suficiente que la autoridad municipal o el patronato de las ferias, de cualquier época, repartan volantes donde se diga que no se hace responsable de las consecuencias que pueda tener.

Considero que toda autoridad es responsable de todo lo que autoriza. En aquel tiempo, si yo autoricé que realizaran la Huamantlada, pues me sentí responsable y atendí personalmente a mucha de aquellas gentes (sic).

Fueron catorce las personas fallecidas, fueron treinta y ocho los heridos a los que hubo que mandarlos con especialistas que les pusieron prótesis. Lógico, la deuda con los médicos era algo impagable; pero contamos en ese tiempo, en 1991, con un equipo médico que bien podría mencionarse y ponerle no una placa, sino un monumento, que fueron gentes (sic) que se solidarizaron con la autoridad municipal y no cobraron al ver que ya no había con que pagarles.

No cobraron nada, como el doctor de Facios, el doctor Téllez, el doctor Lacayo; bueno, muchos médicos que nos apoyaron. Eso fue algo que no se le desea a nadie, ojalá nunca vuelva a pasar.

Me gustaría que me contara algunas anécdotas de la Huamantlada, como aquella donde metieron un toro a la cantina y lo emborracharon, ¿se murió el toro no?

De eso también fuimos testigos. Un toro que lo sacan de un cajón, que ya trae dos días o a veces más tiempo sin tomar agua, sin comer y, de momento, abren la puerta del cajón a las doce del día, a la hora que truenan el cuete, lo primero que busca es agua. A eso se debe que mucha gente saca sus cubetas y sus peroles, para que los toros tomen agua. El toro venía corriendo y se mete a una cantina, que hoy se llama “Los Toros”.

En ese tiempo se llamaba “El Retiro”, era de Fidel Palafox en un tiempo y otra Huamantlada fue en la cantina de Gabriel Lima. El toro se mete a la cantina, la gente de la calle, la que está en la calle, bajó la cortina. Todos los parroquianos que se encontraban adentro, pero fuera del mostrador, dominaron al toro poco a poco. Era tanta la gente que había en la cantina, que dominaron al toro, sediento, que no había comido, que no había tomado agua.

Le empezaron a dar todo lo que tenían ellos en el mostrador. Ya habiéndolo dominado de los cuernos, le dieron lo que cada quien estaba tomando: cerveza, o ron, o tequila, y el toro se tomaba todo lo que le daban.

Al poco rato abrieron la cortina, el toro salió de ese lugar. A unos cincuenta metros o menos está la entrada de la plaza de toros. Ahí cayo el toro cuando ya la gente estaba entrando a la corrida. Muchos decían que el toro murió de congestión alcohólica. Debe tener otro nombre en la veterinaria, pero pues eso fue.

¿Y de esa muchacha que la agarró el toro y luego tuvo su niño, a quien le pusieron “El Torito”?

Fue en uno de tantos burladeros que se ponen mal, improvisados. La muchacha se sube con la confianza entre los tubos, y los tubos se vienen abajo, la presiona y entonces el toro pues lógicamente el toro hizo de las suyas. La joven sobrevivió. Y como ésta, hay muchas anécdotas acerca de los toros. 

Uno de mis hijos, Jorge, quien también fue socorrista, de alguna manera heredó el servicio nuestro en la Cruz Roja por muchos años. En alguna ocasión, como socorrista, estaba arriba del templete y la gente, por salvarse del toro que venía del lado sur, se salva y lo avientan a él; entonces, otro toro que estaba atrás del templete lo ensarta en un glúteo.

Afortunadamente estaba en la casa de ustedes el doctor Zapata y de alguna manera pudo salvarlo. Era una herida profunda que no sangraba y, además, él estaba cumpliendo o estaba en cumplimiento del deber, estaba con su camilla, con su equipo de socorrista para ayudar a los demás. Pero ahí no hay nadie que esté libre, ni los socorristas, ni los policías, ni mucha gente de la que interviene.Ahí se necesita que toda la gente tenga un poquito más de respeto a los animales, a la misma gente, que procure controlarse.

Por eso se recomienda no ingresar al circuito en estado de ebriedad. Se debe dejar de tomar en esos momentos cuando el toro está suelto, porque es muy peligroso una persona que está tomando, que ha perdido de alguna manera parte de sus sentidos, se atrevan a torear a un toro de esa naturaleza. Nosotros lo hemos visto. En este momento están pasando un video de Pamplona, de toda su historia, con los encierros de San Fermín lleva once muertos.

Creo que nosotros llevamos más de treinta y uno, con el del año pasado, en mucho menos tiempo. Nosotros llevamos más de sesenta años, ellos deben de tener por lo menos cien. Ellos están registrados. En mucho tiempo, la Cruz Roja llevaba un registro de heridos, de fallecidos, de todo lo que había y yo, como socorrista, sabía cuantos habían muerto en cada encierro.

Se habla de desaparecer la Huamantlada por lo que paso hace un año, las broncas y la inseguridad: ¿cree que debería desaparecer?

No, no creo. Lo que debería de hacerse es regular, reglamentarla. Éste es el primer año que sale un reglamento avalado por la autoridad. Como ya lo he dicho, no hay un reglamento perfecto. No hay una ley perfecta en ningún lugar del mundo, todo tiene que venirse corrigiendo año con año. Ahorita se va a nombrar a los jueces, posiblemente hasta para algunos cause risa: ¿como es posible que se nombre un juez entre cinco mil gentes que están en un circuito?

Pero tiene que haber un principio. Si a la larga, ese juez es una persona honorable de la cuadra, que la gente lo respete, el tendrá la autoridad moral de poder parar la capea callejera, si no hay condiciones de seguridad. Es una capea que se torea en las calles, pero como la gente de la cuadra conoce a aquella persona como una persona honorable y respetable, pues tiene que avalarla para que se suspenda de momento el evento.

Los antitaurinos alegan que es maltrato animal y que 'pobrecito animal'; entonces, ya son muchas cosas en contra.

Bueno, como en toda la protección a los animales, qué bueno que existan esas organizaciones para proteger su vida, pero todo animal, toda res, tiene que llegar en su momento al rastro. Así sea toreado o no sea toreado, tiene que llegar al rastro y necesitaríamos vivir, por ejemplo, en la India, donde está prohibido que pueda uno comer a una res, una vaca.

Nosotros vivimos otra situación, otra época y yo creo que Huamantlada debe apegarse al reglamento al que está ahorita, y que, esté o no esté de acuerdo, es el principio de lo que debe haber en los futuros reglamentos.

Considero que la Huamantlada, a pesar de sus 63 años, está más atractiva que nunca y la gente tiene ese gusto. Se viene a divertir y eso es lo que cuenta. Lo demás se puede prevenir y controlar. Querer es poder.