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Otra vez se estremece la tierra en México cinco meses después del S19 negro

Sergio Ramírez 2018-02-21 - 19:05:38

La tierra se volvió a estremecer y el miedo, la zozobra, las crisis nerviosas, el llanto,  las plegarias a la "Corte Celestial"  hicieron presa de millones de personas de los estados de México, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Puebla, Morelos, Tlaxcala y la Ciudad de México.

 Un fuerte sismo de magnitud 7.2 sacudió el pasado viernes la zona centro y sur del país, que afortunadamente no fue tan devastador como el registrado hace casi cinco meses, el 19 de septiembre de 2017 cuando cerca de 330 personas perdieron la vida atrapadas entre escombros y toneladas de concreto.

 El reporte oficial emitido por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) estableció que no hubo víctimas que lamentar, sólo dos personas con fracturas en el municipio de Pinotepa Nacional, Oaxaca, lugar del epicentro del movimiento telúrico, daños en fachadas de casas y comercios.

 En comparación al terremoto del 19S que no dio tiempo de nada, ahora los ciudadanos contaron con 72 segundos desde que se activó la alerta sísmica para desalojar viviendas, edificios públicos y privados, escuelas con turno vespertino, restaurantes, hoteles, establecimientos mercantiles y tiendas de autoservicio.

 Sin embargo la tragedia sobrevino posterior el fenómeno natural, cuando por la noche el helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) donde viajaban el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, y el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, se desplomó a escasos 30 metros de aterrizar cuando el piloto perdió el control de la aeronave.

 La máquina de acero se fue encima de varios vehículos y personas que se encontraban en un terreno habilitado para el aterrizaje  en el municipio de Jamiltepec, Oaxaca, lo que derivó en la desgracia, ya que 13 personas perdieron la vida, mientras que los funcionarios y sus colaboradores salieron ilesos, sólo con algunos golpes que no requirieron hospitalización.

 El titular de Segob y el mandatario oaxaqueño se habían trasladado a ese poblado, uno de los dos más afectados por el sismo junto con Pinotepa Nacional, para realizar un recorrido de evaluación de daños.

 Alrededor de las 17:49 horas del pasado 16 de febrero se sintió el fuerte temblor, el cual tuvo una duración de poco más de un minuto. El Servicio Sismológico Nacional (SSN) fijó en 7.2 la magnitud del mismo, a 11 kilómetros de Pinotepa Nacional, el cual estuvo acompañado por cientos de réplicas, las más fuertes de 5.9 el mismo viernes, y una de 5.5 el sábado 17 de febrero.

 En México se ha presentado un fenómeno atípico en cuanto a los sismos, ya que tan sólo en los últimos 12 años se reportaron 16,540 sismos en todo el país con magnitud igual o superior a 3.5, es decir que se registran casi cuatro movimientos telúricos por día dentro de ese rango.

 "México es un amplio laboratorio sismológico", asegura Víctor Manuel Cruz Atienza, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en su libro "Los sismos. Una amenaza cotidiana".

 De acuerdo con datos publicados por el especialista que retomó el portal Forbes, en México los sismos no se distribuyen de manera homogénea, pues hay regiones en que las características del suelo no permiten que ocurran fenómenos naturales, en comparación con Guerrero, Oaxaca y Chiapas, donde ocurren aproximadamente 80% de los terremotos.

 Bernando Gómez Pimienta, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Anáhuac señala a Forbes que “hablar de 1985 es hablar de la prehistoria en materia de arquitectura, pero no en historia. Los sismos que han remecido a México han marcado su memoria no sólo cultural, también en educación y práctica al momento de construir un edificio, cuestión que en la actualidad podemos apreciar en las nuevas construcciones y en las que se están desarrollando.”

Los primeros sismómetros en México

Cruz Atienza detalla en su publicación que el 5 de septiembre de 1910, como parte de las fiestas del centenario de la Independencia, se inauguró el primer observatorio sismológico en México, el cual tenía como sede la Estación Sismológica Central de Tacubaya.

“Con dicha inauguración se dio inicio formal a las labores del Servicio Sismológico Nacional que, fundado en 1904 por decreto presidencial, pasaría a formar parte de la UNAM en 1929”, reseña Cruz Atienza en su libro.

 Bernardo Gómez comenta que los sismos son fenómenos naturales que no se pueden predecir, pero sí se puede garantizar que México está preparado para ellos, gracias a que la infraestructura en la que están cimentados sus edificios son el eslabón que en 1985 no se tenía.

“Estamos seguros de que va a haber otros sismos y seguramente habrá un sismo de la misma intensidad que el de 1985 o incluso mayor, pero los cambios que se han hecho en materia de reglamentación en los edificios han contribuido a que la Ciudad de México pueda estar bien preparada para los nuevos eventos que puedan surgir.”

En una recapitulación de los ocho sismos más devastadores en la historia de México se ubica el registrado el 28 de marzo de 1787 (dos años antes del estallido de la Revolución Francesa), considerado el de mayor potencia con una magnitud de 8.6, en las costas de Oaxaca, cerca de las 11 de la mañana.

 A este sismo también se le conoce como ‘El gran tsunami mexicano’, debido a que la ruptura provocó uno de los mayores daños en la historia de Oaxaca, al inundarse todo a su paso hasta seis kilómetros tierra adentro, cerca de Pochutla, hoy Puerto Ángel, y se extendió aproximadamente a lo largo de los 450 kilómetros que abarcan las costas oaxaqueñas.

 Documentos del Siglo XVIII muestran que, las costas estaban escasamente pobladas lo que provocó un número relativamente bajo de víctimas para un tsunami de esa magnitud.

 El segundo de mayor devastación fue el del 19 de septiembre de 1985 con una magnitud de 8.1, con ubicación en las costas de Michoacán, a las 7:19 horas.

 A pesar de haber ocurrido en las costas de Michoacán, a más de 350 kilómetros de la Ciudad de México, la mayoría de las afectaciones y pérdidas humanas se concentraron en la capital del país.

 Las cifras oficiales dijeron que durante el sismo fallecieron 5,000 personas, sin embargo, otras estimaciones arrojan más de 10,000 decesos, cerca de 50,000 heridos, al menos unas 250,000 personas sin hogar, más de 770 edificios colapsados o severamente dañados y pérdidas económicas que representaron el 2.1% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y el 9.9% de la Ciudad de México.

 Tercero: El sismo del Ángel se presentó el 27 de julio de 1957, de 7.8, alrededor de las 02:44 horas al sureste de Acapulco. Inaugurado en 1910 por Porfirio Díaz en la Ciudad de México, el monumento a la Independencia capitalino, de siete metros de altura y siete toneladas de peso, se mantuvo estoico a 45 metros del piso durante casi medio siglo hasta la madrugada del domingo de 1957, cuando el sismo provocara su caída.

 Después de 14 meses de restauración y reforzamiento al monumento, el Ángel de la Independencia fue reinaugurado en septiembre de 1958. Desde entonces, la escultura ha permanecido intacta a pesar de los numerosos sismos que la han sacudido, incluido el de 1985.

 La zona centro de la República Mexicana fue la más afectada, en especial la Ciudad de México en donde se registró un saldo de 700 muertos y 2,500 heridos.

 Víctor Manuel Cruz publicó en su libro que el cuarto sismo con más réplicas en la historia se presentó el 20 de marzo de 2012, a las 12:02 horas, en Ometepec, Guerrero.

 Este sismo, cuya intensidad en la Ciudad de México fue muy similar a la que provocó el sismo de Copala en septiembre de 1995 (magnitud 7.3), generó un tsunami de aproximadamente 1.5 metros de altura y un levantamiento de la costa de cerca de 70 centímetros en el poblado de Punta Maldonado.

 Este sismo se distingue por haber tenido la mayor cantidad de réplicas registradas en terremotos mexicanos, con 44 eventos de magnitud superior a 4.5 durante los primeros 30 días que siguieron a su ruptura. En comparación con el sismo de 1985, este sismo tuvo tres veces más réplicas en ese rango de magnitud.

 El sismo El Mayor-Cucapah, de magnitud: 7.2, con epicentro en Mexicali, Baja California, se registró el 4 de abril de 2010, a las 15:40 horas. El fenómeno  natural rompió una falla de corrimiento lateral derecho con 120 kilómetros de longitud en dirección a la ciudad fronteriza.

 Desde 1915, es decir en los últimos 100 años, han ocurrido sólo cinco sismos de magnitud igual o superior a 7 en el extremo norte del Golfo de Cortés, amenazando la región donde se encuentran ciudades como Ensenada, Mexicali, Tijuana y la central geotérmica de Cerro Prieto, que es una de las más grandes del mundo.

 Durante el sismo sólo se registraron dos decesos, cerca de 100 lesionados y daños severos en la infraestructura de canales de riego, vivienda, carreteras, puentes, escuelas y hospitales, entre otros.

 En el recuento de sismos también se ubica el de Acambay, Estado de México, magnitud 7, a las 7:12 horas del 19 de noviembre de 1912. La ruptura del sismo, sobre una falla normal, se extendió unos 50 kilómetros de largo y, al ser poco profunda, dejó sobre la superficie de la tierra fracturas con más de un metro de altura.

 Los daños fueron muy importantes en la región, donde la escasa infraestructura y varios poblados quedaron severa o completamente destruidos.

 Los penúltimos sismos de gran intensidad tienen registro el 15 de junio y 30 de septiembre de 1999, en Puebla con magnitud de 7 y Oaxaca, de 7.5, respectivamente.

 Según fuentes oficiales, ambas sacudidas causaron la muerte de 52 personas, además de provocar la caída de miles de casas de adobe y generar daños severos a monumentos históricos, hospitales y escuelas.

 Las observaciones de estos dos sismos revelaron que, para una misma magnitud, la extensión de los daños provocados por este tipo de terremotos es cuatro veces más grande que la observada durante sismos típicos de subducción.

 Finalmente se ubica el sismo con epicentro en Xalapa, Veracruz, de 6.4, suscitado el 3 de enero de 1920 a las 05:46 horas.

 Este temblor provocó la muerte de más de 600 personas ocasionadas por deslaves en las laderas del Río Huitzilapan, por lo que representa el segundo más mortífero en la historia de México, sólo después del gran sismo del 19 de septiembre de 1985.