Juan Gabriel, cantautor mexicano, guadalupano y amigo de los políticos

La reciente pérdida que tuvo la música mexicana marca el final de los grandes ídolos nacionales. La muerte de un grande, de un soñador que nos llevó a vivir cada una de sus canciones, de sus interpretaciones y de su lucha constante en un país de machos y hombres sin escrúpulos.

Alberto Aguilera Valadez, cuyo nombre artístico era “Juan Gabriel”, murió de un infarto a los 66 años de edad en Santa Mónica, California, Estados Unidos.

Oriundo de Parácuaro, Michoacán, desde pequeño vivió en la fronteriza Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, lugar que adoptó y por el que años después se le daría el sobrenombre de El Divo de Juárez.

Fue compositor, cantante, actor, intérprete, músico, productor y filántropo. Sus éxitos comienzan a inicios de la década de los setenta con canciones donde el amor es el tema central.

En últimas fechas autorizó que se hiciera una miniserie sobre su vida (“Hasta que te conocí”) en donde se hace énfasis en el abandono de su madre, las enseñanzas de su maestro de música, sus primeros pasos artísticos en el centro nocturno “Noa Noa”, su encarcelamiento en Lecumberri y su lanzamiento a la fama.

Embajador permanente de México, como muchos que no son muy religiosos, también se declaró guadalupano; incluso, en alguna ocasión le cantó a la Virgen Morena en la Basílica de Guadalupe en las tradicionales “Mañanitas” y le dedicó una canción titulada  “La mujer que yo amo”.

Ni tan apolítico

Aunque se declaró indiferente ante la política fue cercano a varias autoridades. En el proceso electoral de 1988 apoyó abiertamente a Carlos Salinas de Gortari, candidato del PRI a la Presidencia de México, según una publicación del periódico El Universal del 18 de marzo de 2016. Dijo que el ahora expresidente de México era “un hombre de buenas ideas, inteligente y bueno, por la forma que ha educado a sus hijos y la unión que se palpa en familia. Es sano de pensamientos”.

En el proceso electoral de 2000 apoyó abiertamente al candidato del tricolor, Francisco Labastida Ochoa, a quien acompañó con el verso: “Ni Temoc, Ni Chente, Francisco va a ser el  presidente”. Años después, en la administración de Vicente Fox, se hizo amigo de la primera dama Martha Sahagún.

Sus problemas con el pago de impuestos y con las autoridades mexicanas fue una constante en sus últimos 30 años de vida. Él mismo reconoció en una entrevista con la cadena Univisión en Estados Unidos que siempre llegaba a un acuerdo con el gobierno en turno, por medio de espectáculos gratuitos.

Asimismo, dicha relación política se vio reflejada cuando en 1990 a invitación del presidente Salinas cantó en el Palacio de Bellas Artes, la cual generó polémica entre la clase intelectual mexicana.

En fechas recientes, su amistad con el gobernador de Chihuahua, César Duarte, fue evidente. Durante todo su sexenio, Juan Gabriel cantó en eventos públicos y fue homenajeado en 2013 en el Palacio de Bellas Artes por parte de su gobierno.

Sin embargo, nunca fue un activista de la comunidad LGBTTTI, ni tampoco exhibió en público su vida familiar. Extremadamente reservado, ni sus amigos cercanos tenían comunicación constante con él. Sus hijos también son un enigma.

Según el periodista Carlos Marín, en una ocasión, ante los chantajes de un examigo, quien pretendía publicar fotos de la vida íntima del cantante, le dijo:

“Cada quien tiene su vida privada y su derecho a vivir. No soy de las personas que se desahogan en la sexualidad, sino en la creación artística. Mi vicio es escribir, y para llegar a donde he llegado y ser quien soy, se necesita ser muy hombrecito…”.

En la última entrevista que concedió con motivo de la miniserie de su vida, dijo con lárgrimas en relación al perdón de los padres a los hijos y viceversa: “Hay que abrazarse muy fuerte; la familia, el papá, la mamá, los hijos, abrazarse”.