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Mujeres indígenas de Puebla entre la educación y las costumbres: Red Plural

Samuel Vera Cortés 2020-10-04 - 12:18:08

Una de cada 10 mujeres que salen de bachillerato han conseguido por sus propios medios, continuar con algún estudio superior.

En una pequeña comunidad poblana en plena Sierra Norte del Estado de Puebla, perteneciente al pueblo originario Ñ'yühü, municipio de Pahuatlán, se observa un fenómeno de explotación laboral y de futuro por usos y costumbres para las mujeres, que seguramente se repite en otras regiones de nuestro país, y tienen que optar entre la escuela o ser productivas y coadyuvar en el sustento familiar.

Paula Martínez Mora, integrante de la Red Plural de Mujeres, aseguró que la mayoría de las mujeres de comunidades como Atla, Xolotla y San Pablito, desde pequeñas son instruidas para colaborar a la economía familiar, por lo que aprenden el arte de trabajar la chaquira.

Las pocas niñas que ingresan a la educación básica, ven como sus tareas escolares compiten por su tiempo con la labor artesanal que es el sustento familiar y muchas de ellas tienen que dedicarle toda su atención a terminar sus encargos, llegando a faltar a clases varias veces a la semana.

Mujeres solamente vistas como fuerza laboral

Muchas mujeres adultas jóvenes, de alrededor de los 20 y 30 años, no saben leer ni escribir, porque desertaron de su educación básica o nunca fueron a la escuela.

 En casa, las mujeres son vistas como una fuerza laboral, aunque evidentemente la remuneración es administrada por los jefes de familia, de quienes también es conocido el rumor generalizado de que existen algunos casos de poligamia.

 Para esos jefes de familia, lo anterior significa más manos trabajadoras en casa a bajo costo, algunas mujeres aseguran que a pesar de lo que eso conlleva aceptan (o son obligadas a hacerlo) este estilo de vida, pues les ofrece sustento y un techo a donde vivir.

Martínez Mora, señaló que el acceso a la educación para todas y todos en nuestro país pareciera que es una realidad plausible. Y es que, con la reciente modificación del artículo 3º constitucional, se esbozó la educación equitativa, fortalecida con planes y programas de estudio integrales para garantizar que todas las niñas, niños y jóvenes puedan ejercer plenamente su derecho a la educación.

Por ello, recordó que el Estado mexicano se compromete a implementar medidas que favorezcan el ejercicio pleno de este derecho y combatan las desigualdades socioeconómicas, regionales y de género en el acceso, el tránsito y la permanencia en los servicios educativos (ONU, art. 26, 1948; CPEUM, art. 3º, fracción II, inciso e, 2019, 6 de junio).

Sin embargo, cuando uno explora los lugares más alejados del desarrollo, podemos darnos cuenta con mucha decepción que no es así. En los rincones más alejados, donde los pueblos originarios tienen una lucha constante por sobrevivir a la globalización no solamente económica sino también cultural, las niñas y las jóvenes aún tienen que solventar un importante obstáculo para poder acceder a su desarrollo educativo.

Sin Derechos Humanos y sin educación

La educación es imprescindible para el conocimiento y posterior reclamo de los derechos humanos, dijo la integrante de la Red Plural de Mujeres,  pero el derecho a acceder a un servicio educativo no significa solamente que las escuelas tengan las puertas abiertas para todas y todos.

A las jóvenes que alcanzan a estudiar la secundaria les espera una presión social que las orillará a decidir con frecuencia dejar sus estudios para vivir con una pareja generalmente mayor que ellas, y nuevamente formar parte de la fuerza laboral de su ahora nueva familia.

Las mujeres de esos pueblos indígenas, pasan horas sentadas en su pequeña silla bordando chaquira día y noche para cumplir con su aportación de la que no verán ninguna retribución justa; “vi a varias mujeres adultas usar anteojos, pues su vista se desgasta debido al esfuerzo de bordar de noche”.

Educación Superior: cuestión de oportunidades o de romper paradigmas

Poco más de la mitad de las mujeres jóvenes que egresan de la educación básica siguen estudiando en el nivel medio superior, y solamente una de cada 10 mujeres que salen de bachillerato han conseguido por sus propios medios, continuar con algún estudio superior.

¿Qué es de aquellas mujeres que se quedan en el camino? ¿Dónde entran los derechos humanos en casos como estos? ¿Dónde termina el respeto a los usos y costumbres cuando hay mujeres siendo vulneradas y violentadas de manera sistemática y reiterativa?, se cuestiona Paula Martínez Mora.

Por eso, recordó que el Estado está obligado a identificar y apoyar a solventar las circunstancias de mujeres y hombres para quienes la escuela, especialmente para las mujeres en situación de pobreza, sigue siendo un lujo que no puede anteponerse a la necesidad de sobrevivir.