Luego de cuatro años de negociación, el 26 de septiembre de 2016 se recordará como un día histórico para Colombia .
La paz colombiana representa el fin de una vieja tradición que justificó la lucha armada como objetivo político y que en América Latina representó el eco de guerra de generaciones enteras nacidas entre los años 1960 y 1970.
Durante las guerrillas fueron el enemigo del estado hace al menos 5 décadas, el desafio de hoy en día está presente en el crimen organizado. Que a diferencia de un grupo delimitado a un territorio y una identidad ideología, este se asocia más con prácticas bélicas asimétricas, esto es, extorsión, delincuencia común, tráficos de órganos, personas, drogas, armas, entre otros. Esta la realidad que hoy comparten tanto México como Colombia.
El acuerdo le da una lección a México -y a otros países-, en: 1. Es posible negociar con la disidencia. 2. El problema no es la guerra contra el narco u otros blancos sino un asunto endémico, 3. Con el fin de la guerra no se acaba la política como escena de reproches y menos la criminalidad, signo expreso de la ambición y naturaleza conflictiva del hombre y 4. Se necesita más que un acuerdo para que un país vuelva a creer en sí mismo.
Han pasado más de 50 años y es la primera vez que se llega a buen término en una negociación y eso es, un triunfo histórico.
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