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El elefante blanco del sistema penal acusatorio

Yuriria Rodríguez 2016-05-16 - 14:21:10

“México aún no está listo para implementar a nivel nacional los recursos legales del Sistema Penal Acusatorio”.

Desde el 19 de junio de 2008 entró en vigor el Sistema Penal Acusatorio, al que hasta 2016 se le sigue llamando “nuevo”, porque dista mucho de ser una realidad que se ajuste a la cultura jurídica y a las corruptas prácticas institucionales en México.

El Sistema Penal Acusatorio se basa principalmente en la instrumentación de juicios orales con el propósito de equilibrar tanto el derecho del agraviado, como del acusado.

Se trata de modernizar a la par de una visión democrática la estructura legal, donde los juicios orales darían por terminada aquella burocracia de los procedimientos judiciales, para abrir paso a un sistema ágil y transparente.

A México le quedó grande la cancha de los juicios orales

El Doctor en Derecho y ex ombusman capitalino, Luis de la Barreda, se refiere al sistema penal acusatorio en México “como si el club Atlante jugara en el Santiago Bernabeú”, ya que es un modelo ideal de justicia, pero que le queda grande a quienes quieren pisar la cancha.

Los juicios orales han existido como tales en México desde hace años en algunas entidades donde la justicia no es característica de los procesos judiciales, como ocurrió en Chihuahua en el año 2010, cuando Marisela Escobar, madre de Rubí Marisol Frayre Escobar, llevó a juicio a Sergio Rafael Barraza, ex novio y asesino confeso de su hija. Tras el desahogo de pruebas en un juicio oral, el tribunal determinó que no podía condenar al inculpado por “una duda razonable”.

El resultado de este juicio oral puso al descubierto su inoperancia en materia de justicia, cuando la activista Marisela Escobar fue asesinada de un balazo en la cabeza frente al palacio de gobierno estatal, mientras una cámara panorámica grababa los hechos. Una vez asesinada Marisela, se reconocería que este homicidio fue en venganza por buscar justicia en el caso de su hija victimada a los 16 años.

México aún no está listo para implementar a nivel nacional los recursos legales del Sistema Penal Acusatorio, porque aunque cuente con la infraestructura, no cuenta con la capacitación adecuada de los ministerios públicos, ni con una estructuración institucional que de orden y sentido a un juicio oral.

Como muchas otras transiciones, consolidar los juicios orales y la preparación tanto de jueces como de policías, se ha desfasado de la letra y del discurso político, por lo que cada año que pasa se agrega un nuevo plazo que no habrá de alcanzarse a tan sólo un mes de cumplirse el margen de las expectativas. Ahora se dice que:

A esperar once años más

México habrá de esperar otros 11 años más para entrar en la fase de transparencia efectiva y presencial que caracteriza a los juicios orales.

La dificultad para instrumentar los juicios orales como un proceso de transparencia y desahogo de pruebas radica no sólo en la falta de preparación de los juzgados, sino en los niveles de corrupción de los mismos, así como en los niveles de corrupción de las policías.

Se trata de instrumentar un cambio de fondo, no sólo superficial o de protocolo en los juicios. La oralidad es una característica de países como Estados Unidos donde nada hay por encima de la ley, donde la estructura legal pone orden y sanciona conforme a Derecho. Sin embargo, orquestar algo así en México es un elefante blanco, una quimera legal.

Así como la ciudadanía no está enterada de en qué consiste este nuevo Sistema Penal Acusatorio, tampoco lo saben los encargados de procurar la justicia en el país, por lo que el plazo del 18 de junio próximo no cumplirá ni medianamente con las expectativas.

Para revisar la ineficacia de los juicios orales, sólo hay que revisar los estados en los que supuestamente ya lleva tiempo operando: Chihuahua, Nuevo León, Estado de México y Oaxaca. Cada una de estas entidades se caracteriza por su opacidad en materia delictiva, y quizá excepto Nuevo León, todos los demás estados están a medio camino en el trabajo por depurar los cuerpos policiacos y no se caracterizan por tener los mejores resultados en materia de derechos humanos.

“Un sistema de justicia incapaz de escuchar”

En México se tiene un sistema de justicia incapaz de escuchar, burocratizado y permeado por la corrupción en todos los niveles.

Lo que ocurre con los juicios orales en el descargo de la fase central del caso de “viva voz” ante un juez o tribunal especializado en el tema, en vez de ser un facilitador virtuoso, se convierte en un elemento que desvirtúa, pone en riesgo tanto al indiciado como a la víctima, e incluso expone a los jueces a tomar decisiones bajo amenaza y de frente a su posible vengador. Esto es lo que pasa en los sistemas corruptos y desestructurados, lo que podría ser en beneficio podría revertirse generando mayor desconfianza en las instituciones.


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