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Partidos en crisis; no hay mucho para dónde hacerse

Jesús Sánchez
El Rincón del Chamán
2017-03-13 07:20:28

La verdad sea dicha. En México, los partidos enfrentan una severa crisis. Nadie se atreve a construir un gobierno de coalición porque temen perder privilegios.

Son otros tiempos y el presidencialismo con sabor a tlatoani ya no existe. Los organismos políticos (todos), cada vez representan menos a los ciudadanos.

Y mire, no hay que ser experto en probabilidad matemática para anticipar que la expectativa de tener otra vez un gobierno de mayoría es casi imposible por la pulverización de los votos.

Tome nota, están cumpliéndose 20 años desde que el PRI perdiera la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados (1997), después de 70 años de hegemonía partidista. Hace dos décadas comenzó a escribirse el fin de la era prácticamente de partido único. ¿A poco no?

Si las cosas siguen como van, en 2018 tendremos un presidente de la República ganador en la urnas, pero por un puñado de sufragios, que seguirá condenado a niveles de aceptación mínimos, casi de sobrevivencia, como ustedes ya saben quién.

Todavía estamos impactados con los datos de enero del periódico Reforma, donde identificó un escaso 12 por ciento de aceptación en el desempeño de @EPN; poco antes Consulta Mitofsky le daba 17 puntos de aceptación al preciso. Es el presidente con los niveles más bajos de aceptación.

¿Fin a la simulación?

Parece que nos encontramos en un callejón sin salida y que nos dirigimos al caos, pero existe más de una “puerta” para llegar al ejercicio de una democracia realmente participativa y plural.

La cuestión es dejar de lado las simulaciones a las que nos tienen acostumbrados todos los partidos que hoy tienen registro.

Aunque hay que admitir que el tema ha sido ampliamente analizado por Manlio Fabio Beltrones, a quien se debe el avance de que el Congreso incluyera en la Constitución la facultad del jefe del Ejecutivo para optar por la construcción de un gobierno de coalición.

Pero como se trata de una facultad “opcional”, da lo mismo, porque como dicen los juristas clásico, si no se asume se convierte en letra muerta.

Ni para dónde hacerse

En un plano hipotético, imagínese usted cómo le van a hacer para dirigir cualquiera de los aspirantes “fuertes” después de las votaciones de 2018:

Miguel Ángel Osorio Chong tiene que sacudirse la sombra de venir de un sexenio con el presidente peor evaluado en la historia reciente del país; caso dramático sería el de Margarita Zavala que no le van a perdonar representar la reelección de Felipe Calderón.

Vamos al otro extremo. Si gana Miguel Ángel Mancera como fórmula independiente, aunque sea por un voto, los partidos grandes no lo dejarán dirigir desde el Congreso; y si Andrés Manuel López Obrador da la sorpresa, se reconcentrará el poder entre los pocos que no sean expulsados del nuevo “paraíso”.

Todo esto sin contar con otro “ingrediente” que alimenta la incertidumbre, el presidente de EU, Donald Trump.

En 2018, el discurso de los partidos es el mismo, echar del poder al organismo político en turno, nadie habla de la gobernabilidad.

Gobierno y poder

La afirmación de @EPN en el 88 aniversario del PRI de que “la oposición sigue sin estar lista para ser gobierno” confirma que al menos en 2018 no hay intenciones del lado tricolor de transitar hacia una coalición.

Para Peña Nieto subsiste el riesgo del retroceso expresado en la parálisis de la derecha o el salto al vacío de la izquierda demagógica, o sea, que no hay para dónde hacerse.

Como se vea, las fuerzas políticas mayoritarias son leyenda. Todo esto motiva una pregunta recurrente, qué garantiza la gobernabilidad en el siguiente sexenio.

De cara a 2018, Manlio Fabio Beltrones -a quien la administración de EPN lanzó un guiño reconciliador- ha insistido en que es necesario que el Congreso asuma su parte y reglamente la atribución del presidente de la República para formar un gobierno de coalición, sin embargo no lo han hecho.

La realidad es que para el próximo año los mexicanos tendremos un dirigente apoyado por menos de una quinta parte del total de votos. Los expertos insisten en que una sola persona y un solo partido no puede mandar un país tan plural como el nuestro.

El poder compartido

El gobierno de coalición implica dar espacios a otras fuerzas partidistas para hacerse corresponsables en la facilidad de dirigir, principalmente en el ámbito legislativo, pero también en la posibilidad de que en el gabinete presidencial se nombre a personalidades de otras banderas políticas, previa sanción del Congreso.

Un reporte reciente de El Huffington Post da cuenta que 24 de los 28 estados miembros de la Unión Europea son dirigidos por dos o más partidos. Alemania y Austria son ejemplo del bipartidismo, y en otros casos hay coaliciones multipartidos como Bélgica donde cuatro están al frente del mando.

Hay quien sostiene que los españoles están “anclados” en presupuestos ideológicos inamovibles ¿Eso puede ocurrir en México? pues sí.

Beltrones establece una diferencia sustancial, las alianzas electorales entre dos o más partidos tienen como propósito hacerse del poder.

Si seguimos el principio de que entre más plural sea una administración, mejor representado estarán los ciudadanos, vale la pena intentarlo.

Y si no, pues sigamos el juego de la partidocracia, con una democracia cada vez más cara y nada representativa.


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