¿Qué se va a elegir en la CDMX?

Faltan menos de dos semanas hacia las elecciones para renovar 12 gubernaturas, diputaciones estatales y presidencias municipales, pero a la mayoría de los habitantes de la Ciudad de México no les queda claro qué es lo que se va a votar.

Como resultado de la Reforma Política de la Ciudad de México, promulgada el 29 de enero de 2016, que busca dotar a la capital de una soberanía equiparable a las demás entidades del país, se convoca a la ciudadanía a que el próximo 5 de junio acuda a las urnas para elegir a los 100 integrantes de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, de los cuales 60 serán electos por el principio de representación proporcional.

Las 40 diputaciones constituyentes restantes serán designadas de la siguiente manera: 14 senadores y 14 diputados designados por las cámaras de Senadores y Diputados, respectivamente, a propuesta de sus Juntas de Coordinación Política; seis designados por el Presidente de la República, y seis designados por el Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Oropel a precio de oro

En tanto, desde el 18 de abril y durante 45 días, los capitalinos fuimos bombardeados por las campañas mediáticas para las diputaciones constituyentes, que representan un presupuesto de 101 millones 498 mil 771.40 pesos aprobados por el Instituto Nacional Electoral (INE), que preside Lorenzo Córdova, y que provienen, ¿de dónde más?, de los recursos de quienes pagamos impuestos.

Cada uno de los nueve partidos y el grupo de independientes recibieron 10 millones 149 mil 877.14 pesos. ¡Qué fácil! ¿No?

La finalidad de los más de tres mil anuncios de radio y televisión es que los candidatos a constituyente den a conocer a la ciudadanía su propuesta para la Carta Magna capitalina, pero hasta el momento no se ve nada claro, más que jingles y lemas insulsos.

Y claro, ante la complacencia del inquisidor discrecional INE, el tal Lopitos no podía dejar pasar la oportunidad de placearse sin ser hasta el momento candidato para nada.

La neta del planeta

La composición prevista para la Asamblea Constituyente hace que gane quien gane las elecciones se enfrente a equilibrios y contrapesos, con los cuales ninguna posición extrema tendrá dominio sobre el resultado final.

Además, como es el caso de todas las Constituciones estatales, la legislación primordial capitalina no puede adicionar ningún ordenamiento que contravenga a la Constitución Federal. Para decirlo claro, el Constituyente tendrá poco margen de maniobra.

Con la reforma política se buscó, de acuerdo con algunos demagogos que la impulsaron, entre ellos el actual jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, quitar al Distrito Federal su condición histórica de presunta entidad de segunda clase, para ubicar a la ahora Ciudad de México al mismo nivel que los demás estados.

Ante las preguntas recurrentes de los capitalinos, hay que decir que el nuevo status de la capital no significa ninguna ventaja para el ciudadano de a pie, y sí para la tradicional y medradora clase política.

Así como la capital tendrá rango de estado, las delegaciones políticas serán el equivalente a municipios que deberán contar con su propio cabildo, es decir, más puestos de elección popular a repartir.

El hecho es que tanto las campañas, como el proceso de elaboración de la Constitución servirán para que muchos se alcen el cuello y quieran aumentar su capital político de cara a cualquier próxima elección.

Expertos en derecho consideran que el Constituyente y la nueva Constitución no son necesarios y que la propia Asamblea Legislativa se pudo encargar del nuevo marco legal a través de leyes secundarias o reglamentos, y advierten que se sienta un mal precedente jurídico, pues se abre la posibilidad para que cualquier ciudad reclame su propia Carta Magna.

Y ya puestos en este camino, con la democracia más cara del mundo, nuestra recomendación para los electores de todas las entidades que tendrán votaciones el próximo 5 de junio es que emitan un sufragio razonado, que aunque no hay ni a quién irle y las ideas brillan por su ausencia, hagamos nuestra tarea como ciudadanos y nos informemos sobre por quiénes votamos y sus plataformas.