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El voto nulo ¿castigo o premio a los partidos políticos?

Julián Germán Molina Carrillo
Opinión
2017-10-09 06:46:45

El ejercicio del sufragio es el acto cívico a través del cual cada elector expresa su sentimiento de pertenencia a la colectividad, ejerce un derecho humano y cumple un deber que le impone su condición de ciudadano, asimismo, constituye una de las manifestaciones más importantes y trascendentales en un sistema democrático.

El día de los comicios, cada elector está cumpliendo una función pública constitucional; está poniendo su grano de arena para que las instituciones continúen funcionando y para que la democracia aún con sus deficiencias, siga existiendo. Pues ésta es la utilidad no visible del sufragio, la virtud oculta, aunque la verdaderamente importante.

Sin embargo, en nuestro país se ha abierto un debate entre los opositores al régimen sobre si tiene o no sentido votar en las circunstancias actuales, aduciendo principalmente que dicho acto consolida al gobierno actual.

Aunado a lo anterior, han surgido diversas propuestas de grupos de la sociedad civil y académicos, que invitan al ciudadano a anular su voto como muestra de inconformidad ante la falta de credibilidad y confianza tanto hacia los gobiernos, como de nuestras autoridades electorales encargadas de tales procesos.

Si bien es cierto, el estudio del voto nulo está asociado con la doctrina de la abstención tradicional (o pasivo), que se puede definir como “la inactividad u omisión en la emisión del voto, voluntaria o técnica”.

Frente a ella, algunos teóricos colocan a la “abstención activa” o “abstención participante”, como la participación electoral sin dar el voto a ninguna de las candidaturas a elegir, en la que se expresa la emisión de un voto de protesta.

Sistema de Representación Proporcional

Pero también es cierto, que hay que analizar el resultado de dicha práctica en nuestro sistema electoral, saber qué efectos reales tiene el anular nuestro sufragio y sobre todo quienes resultan beneficiados con ello, resulta trascendental, para ponerla en práctica o erradicarla de nuestro sistema, sobre todo si dicha práctica va encaminada a utilizarla como medio de repudio y castigo a la conducta de los partidos políticos existentes.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que para poder elegir a nuestros representantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo, podemos hacerlo mediante voto directo por mayoría (Sistema de Mayoría Relativa), donde no hay mayor problemática, puesto que resulta ganador quien más sufragios obtenga en las urnas.

Mientras que la otra forma de designar representantes, es mediante el Sistema de Representación Proporcional.

Dicha fórmula indica que, primeramente debemos conocer la cantidad de sufragios totales que ejercieron los ciudadanos, es decir, contabilizar todos los votos que entraron a las urnas sin distinguir la preferencia ciudadana, a esta cifra la vamos a conocer como: votación total emitida.

El siguiente paso es obtener la votación válida emitida, la cual nos va a servir para determinar quiénes son los partidos políticos que tienen derecho a la asignación de puestos bajo el principio de representación proporcional.

Por último, debe obtenerse la votación nacional emitida, para la asignación referida, la cual va a ser el resultado de deducir a la votación total emitida, los votos de los partidos políticos que no alcanzaron 3 por ciento de la votación válida emitida, menos nuevamente votos nulos y votos por candidatos independientes.

Una vez obtenida ésta se dividirá entre 200 y el resultado numérico será conocido como cociente natural, el cual representara el número de votos que un partido político deberá obtener para que se le asigne un puesto de representación proporcional.

Votar nulo facilita a los partidos acceder a más prerrogativas

Al conocer cuál es el criterio de aplicación de la fórmula a que refiere la normativa electoral, para la asignación de puestos de representación proporcional, podemos observar que en las dos operaciones importantes se resta el número de votos nulos que se hayan recibido en la jornada electoral, lo que hace más cómodo a los partidos políticos alcanzar los mínimos exigibles para gozar de puestos plurinominales como coloquialmente se les conoce.

Por si fuera poco, la votación válida emitida también se vuelve el filtro para que los partidos políticos accedan al financiamiento público, en conclusión: votar nulo, solo facilita a los partidos políticos acceder a más prerrogativas y a seguir existiendo como tal, ya que si todos eligiéramos por alguna opción que nos brinde el proceso electoral, alcanzar 3 por ciento de dicha votación se volvería realmente un problema para los partidos y entonces sí se preocuparían por convencer al electorado de que son una opción.

Debemos ejercer nuestro derecho al voto responsablemente, de forma libre y secreta para construir el gobierno que merecemos; puede cambiar esto la historia, no lo sé, pero sí puede mejorar la vida de todos en este país, aunque recordemos que la democracia no solo se encuentra en la forma de gobierno, sino en la forma en cómo se distribuye la riqueza y los servicios; en la forma en que se ejerce el poder, en el compromiso de transparencia, de rendición de cuentas y sobre todo, en el respeto a los derechos humanos, civiles y políticos, conjuntados con una verdadera separación de poderes.


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