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Suprema Corte de Justicia contra la omisión legislativa

Julián Germán Molina Carrillo
Versión
2017-11-27 16:11:53

Dos de las principales promesas del presidente Enrique Peña Nieto durante su campaña fueron acabar con la corrupción y con el gasto excesivo en publicidad oficial, consecuencia del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa y Vicente Fox Quesada.

Ante dicha situación, el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) ha resultado un instrumento estéril para cumplir con ese primer objetivo, puesto que ni con titular oficial cuenta.

Asimismo, el sobre ejercicio en el presupuesto para el gasto en publicidad oficial y uso de la imagen pública ha crecido de manera indiscriminada en esta administración, incluso por encima del erogado por sus antecesores.

Tan solo de 2013 a 2016, el desembolso en propaganda del Ejecutivo superó 71.86 por ciento más del monto aprobado por la Cámara de Diputados para ese rubro, esto es, 15 mil 162 millones de pesos más, los cuales se desconoce en qué fueron invertidos, de dónde se obtuvieron los recursos adicionales y los motivos para modificar el presupuesto inicial.

Dichas cifras, de acuerdo con el informe “Contar ‘lo bueno’ cuesta mucho”, el gasto en publicidad oficial del gobierno federal, realizado por Fundar , en ese mismo periodo y sumando los primeros 6 meses de 2017, la cantidad que se ha gastado asciende a 37 mil 725 millones de pesos.

 

SCJN ultimó a elaborar

ley en publicidad oficial

Reitero, todo ello, a pesar de la promesa de campaña, de crear una instancia reguladora del gasto de publicidad oficial, para erradicar gastos innecesarios y poder atender problemáticas urgentes planteadas en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018.

La compra de espacios publicitarios siguió realizándose a discreción y en favor de solo algunos medios de comunicación y con total ausencia del principio de neutralidad que en ellas debía predominar.

Aunado a lo anterior, este instrumento fue utilizado como la herramienta favorita y eficaz para castigar a sus críticos y premiar a sus aduladores, lo cual fue incrementando su uso año con año hasta llegar a los más de 37 mil millones de pesos que la administración actual ha derrochado.

Pues bien, ante esta negligente actuación por parte del Ejecutivo, la primera sala de la SCJN, el pasado 15 de noviembre, emitió un histórico fallo al conceder un amparo a la organización no gubernamental internacional denominada Artículo 19, en contra de la omisión del Congreso para normar la compra de espacios publicitarios por parte de los gobiernos en los medios de información.

Con lo anterior, la Suprema Corte ultimó al Legislativo a elaborar una ley en publicidad oficial antes de que finalice el segundo periodo ordinario de sesiones de este último año de la LXIII Legislatura, es decir antes del 30 de abril de 2018.

 

Complicidad y

manipulación

En febrero de 2014, cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto por el que se reformaban varias disposiciones de la Constitución y establecía que el Congreso debía expedir, antes del 30 de abril de ese mismo año, una ley que garantizara la transparencia en publicidad oficial.

Inobservancias que propiciaron un ejercicio arbitrario del presupuesto en materia de comunicación social, que se presentó no solo por el presidente de la República, sino también con los gobernadores de los estados, con un uso arbitrario y escandaloso del presupuesto para premiar a los medios incondicionales y para exterminar a sus críticos, lo cual ha constituido un mecanismo de restricción o limitación directa de la libertad de expresión.

Lo anterior da pie a que existan relaciones de complicidad y manipulación de la información, entre gobiernos y medios en el país, así como censura sutil y el desarrollo potencial de redes de corrupción.

Sin embargo, desde hoy le apuesto a que ni el fallo de la Suprema Corte de Justicia para obligar al Congreso emita la ley en la materia será suficiente para que nuestros legisladores lo cumplan, ya que son muchos los intereses que hay en juego, sobre todo que a ninguno de ellos le conviene perder el control de los medios y tener en su contra a las audiencias. ¡Al tiempo!


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