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Todos contra todos en la superlibre electoral

Jesús Sánchez
El Rincón del Chamán
2017-12-11 07:08:31

Mientras las encuestadoras se dan vuelo armando escenarios preelectorales de dulce, chile y de manteca, hay serias preocupaciones de que la confrontación política entre partidos y aspirantes en 2018 se recrudecerá a niveles de los registrados en 2006.

Con las precandidaturas casi definidas, lo más seguro es que las descalificaciones y el intercambio de acusaciones serán el pan de cada día,  la competencia estará rebosante de lo que ya conocemos como fake news y para variar, entenderemos a plenitud el lado oscuro de las redes sociales.

También es de esperarse que las autoridades electorales como ha ocurrido ya en otras dos ocasiones, paguen los platos rotos de un sistema excesivamente caro y a la medida de la partidocracia. Digamos que ni Lorenzo Córdova ni los otros consejeros tienen segura la chamba, y si no que le pregunten cómo le fue a Leonardo Valdés Zurita.

Tampoco hay que olvidar al invitado incómodo, el factor TLCAN, un elemento de fuerte presión, que estará presente hasta el día de las votaciones. Para no andar adivinando veamos algunos factores y datos duros que pueden darnos una idea del desenlace. 

Los votos mixtos

Los estados que más sufragios aportarán en la elección presidencial son: Estado de México, CDMX, Veracruz, Jalisco, Puebla, Guanajuato, Nuevo León, Chiapas, Michoacán y Oaxaca, en ese orden.

De estas entidades en seis además de la designación federal elegirán por cambio de gobernador, lo que las hace más complicadas como para asegurar estabilidad en el sentido voto. A saber, CDMX, Veracruz, Jalisco, Puebla, Guanajuato y Chiapas.

Con menor tamaño en su padrón de electores y donde también habrá cambio de gobernador son Morelos, Tabasco y Yucatán.

Gubernaturas y su peso

Si fuera por el color partidista de las gubernaturas los triunfos estarían más que apretados. El PRI dirige 14 estados (menos de la mitad del país); PAN 12 (aunque en la mayoría en alianza); PRD 4; 1 PVEM y 1 tiene sello independiente.

El tricolor se juega además de la presidencial las gubernaturas de Jalisco y Yucatán, en tanto que el albiazul tiene que velar por conservar Veracruz, Puebla y Guanajuato. En el caso del sol azteca, el más expuesto de las tres principales fuerzas políticas arriesga sus títulos de gobernador en la CDMX, Morelos y Tabasco. El Partido Verde se juega Chiapas.

Los adivinos de la política ven que el Revolucionario Institucional podría retener sin muchos problemas Yucatán, pero en Jalisco el adversario más fuerte es el alcalde de Guadalajara que dicen, tiene hasta el apoyo logístico de Aristóteles. Todo puede ocurrir.

Para los panistas la situación en Veracruz pinta para que uno de los hijos de Miguel Ángel Yunes tome la estafeta y para hacerse de votos le seguirán cobrando la factura electoral a (César Duarte). Pero en Puebla está color de hormiga y podrían perderla por el efecto de la inseguridad huachicolera. Guanajuato se mantiene del lado albiazul por obra y gracia del góber de las charamuscas.

Del lado del sol azteca, la Ciudad de México dependerá del candidato que le ponga el PRD, pues aunque Morena tiene mucha fuerza no hay garantías que su candidata remonte; será una super libre sin cuartel, de rudos contra rudos.

En Morelos dicen que Cuauhtémoc Blanco puede ganar, y sí, si llegó Graco que no llegue Cuauh. Tabasco también es una plaza que puede perder el de la Revolución Democrática, Morena no tiene todas las canicas; el PRI está perdido en pleitos personales, tanto que Ady García podría ir con otro partido, el Verde, por ejemplo. El PVEM también la juega con el hijo de Roberto Madrazo.

Conflictos de familia

Los conflictos internos en algunos partidos, principalmente el PAN y PRD pueden derivar en un comportamiento errático de sus votos. En Acción Nacional, por ejemplo, Ricardo Anaya Cortés no cuenta con el apoyo ni de todos los legisladores ni de todos los gobernadores de ese partido.

Los rebeldes podrían ir con José Antonio Meade Kuribreña y hasta con Miguel Ángel Mancera Espinosa si fuera el caso, pero no con Anaya. En Veracruz, depende de que pase uno de los Yunes y en Puebla, Moreno Valle no se quedaría cruzado de brazos si le gana la mano Anaya.

En el de la Revolución Democrática pronto se conocerá de qué tamaño es el hoyo que les hizo Andrés Manuel López Obrador para alimentar a Morena. Los dirigentes del sol azteca no duermen de pensar que pueden perder la Ciudad de México. El caso extremo es que para los Chuchos, por ejemplo, no habrá perdón ni amnistía.  

Arrancadero aceitoso

En cuanto a votos, el PRI y sus aliados tienen que mantener o superar los 19.2 millones de sufragios obtenidos en la elección de 2012. En el caso de Morena, cuyo candidato será sin duda AMLO –a menos de que sus encuestas internas salgan con una sorpresa–, tienen que conseguir 3 millones de votos más para alcanzar a su adversario del tricolor y a partir de ahí comenzaremos a hablar de una competencia cerrada o no. En 2012, el PRD obtuvo 15.8 millones de votos y quedó en segunda posición en el global.

Para Morena es su primera competencia federal y para López Obrador la última. Acción Nacional espera que un milagro le devuelva la vida. En 2012 logró con muchos trabajos sacar 12.7 millones de votos que lo mandaron al tercer lugar de la presidencial. La tienen difícil para remontar, alcanzar y rebasar. Hasta parece sueño guajiro.

En el caso de los independientes, todo apunta a que serán dos los participantes: Jaime Rodriguez, “El exBronco” y Margarita Zavala. No pregunten cómo, pero estarán. Y si “Marichuy” logra agregarse a la boleta, habrá superado todas sus expectativas, lo cual se ve muy difícil.

Primerizos y millennials

El padrón electoral será de alrededor de 88 millones de mexicanos. El reto es que se supere el nivel de participación que en 2012 fue de 63.3 por ciento, en 2006 votó 58.22 por ciento y el nivel más alto de personas que acudieron a las urnas fue en 1994 con 67 por ciento.

Pero agárrese, en 2018 se espera que poco más de 3.5 millones acudirán por primera vez a ejercer su derecho. ¿Por quién votarán? Eso es un misterio.

Pero eso no es todo, la cifra de los millennials o jóvenes que acudirán a votar es aterradora o todo un reto, como se le quiera ver. Se estima que 31.4 millones de mexicanos de edades entre 20 y 34 años definirán su voto de última hora. Este segmento es el subterráneo, porque no se sabe bien por quién cruzará la boleta.

En total serán casi 35 millones de jóvenes que sin duda definirán los comicios.


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