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Campañas complejas

Oscar Legaspi
El Ojo Político
2018-04-02 18:02:37

El pasado viernes dio inicio a las campañas electorales donde el escenario político para los comicios presidenciales de 2018 está sobre la mesa.

Las candidaturas de los partidos y coaliciones de mayor peso ya fueron definidas y estarán en la boleta electoral; además en esta ocasión se contará en la misma con la participación de una candidatura independiente.

No cabe duda alguna que las elecciones de este año serán las más grandes en la historia del país, debido a que por homologación de los calendarios electorales se definirá el mayor número de cargos de su historia.

Siendo de esa manera el 1 de julio serán electos aparte de elegir al presidente de la República, los 128 miembros del Senado, los 500 integrantes de la Cámara de Diputados y los gobernadores de 9 Estados –entre los que destaca la Ciudad de México, la cual estrenará su recién creada y controvertida Constitución-.

El análisis al escenario político lo observamos de la siguiente manera tomando en cuenta los datos de las encuestadoras aprobadas por el Instituto Nacional Electoral.

Según la encuestadora Parametría, la preferencia electoral para las presidenciales se inclina hacia la izquierda. La alianza “Juntos haremos historia” conformada por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Partido del Trabajo (PT) y Encuentro Social lidera las más recientes mediciones.

Esta alianza representada por Andrés Manuel López Obrador según la medición, ganaría la elección con un 42% de los votos.

El segundo lugar correspondería a Ricardo Anaya con una intención de voto del 32%, mismo que encabeza la coalición integrada por el Partido de Acción Nacional (PAN), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano llamada “Por México al frente”.

El tercer lugar se encuentra la coalición registrada como “Meade Ciudadano por México” representada por José Antonio Meade Kuribreña integrada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Verde Ecologista (PVEM) y Nueva Alianza con un 26% de las preferencias electorales.

Como un hecho por demás novedoso en esta elección de 2018 y por primera vez, candidatas y candidatos independientes, estarán formando parte de las boletas electorales donde se registraron 287 aspirantes a disputar los diferentes cargos en juego.

Podemos comentar como referencia que el año pasado, en junio de 2017, la coalición Por México al Frente estaba en primera posición con el 43% de las preferencias electorales, seguida por la alianza Juntos Haremos Historia con el 33%.

Para septiembre las mediciones en ese entonces arrojaron datos donde las dos coaliciones quedaban prácticamente empatadas y ya para octubre la alianza liderada por Morena se ubicó en primer lugar con el 38% de intención de voto.

Según Parametría, la medición a partir de diciembre, AMLO subió otros 4 puntos porcentuales hasta alcanzar el 42% de las preferencias.

Estas mediciones demuestran y concuerdan con nuestro análisis plasmado hace tiempo; la gente no está de acuerdo con el engaño de un gobierno que hace 6 años prometió que no iba a subir los precios de la canasta básica, los hidrocarburos, etc., y que de acuerdo a las reformas estructurales solo vinieron a perjudicar los bolsillos de la mayoría de la sociedad.

Por otro lado, la autoimposición como candidato del entonces presidente del PAN, Ricardo Anaya, vino a desanimar a sus correlegionarios de tal manera, que muchos se vieron obligados a dejar las filas partidistas hasta el grado de lanzar una candidatura independiente a favor de Margarita Zavala.

En el PRI, la imposición de un candidato como Meade, a favor de la élite empresarial con el objetivo de sumar el voto duro tanto del PRI como del PAN por el simple hecho de haber estado presente en dos sexenios con dos presidentes de la República pero de partidos diferentes, no alcanzó la aprobación de sus huestes cuando las encuestas favorecían al entonces secretario de gobernación Miguel Ángel Osorio.

Siendo que el país está lleno de ira por la corrupción de sus gobernantes y ex gobernantes, tal es el caso de los Duarte por mencionar unos, la misma sociedad está demandando el voto de castigo favoreciendo a un candidato que a pesar de las críticas por ser la tercera vez que trata de conseguir la silla presidencial, éste ha aprovechado los momentos y las circunstancias para llevarlo a cabo.

Siendo la corrupción el tema principal junto con la inseguridad, los cuatro aspirantes a la Presidencia se han pronunciado a combatirla.

La candidata Margarita Zavala, durante su pre campaña ha ofrecido acabar con la corrupción en tres fases: la primera es fortaleciendo los valores a través de la cultura, la segunda es cerrarle las puertas a la corrupción para el poder, y en la tercera fase imponer la mano dura a los corruptos.

 Ricardo Anaya propone crear un Ingreso Básico Universal para erradicar la pobreza extrema del país y promover la igualdad.

Según Anaya, se debe eliminar la corrupción para recuperar la paz y plantea reducir el número de funcionarios públicos.

Según los antecedentes de un partido históricamente de derecha, vemos como Ricardo Anaya está haciendo un viraje hacia una ideología de izquierda permaneciendo en la derecha, al menos en el discurso.

Andrés Manuel López Obrador señala que una de sus principales propuestas es acabar con la corrupción eliminando los fueros que protegen a altos funcionarios, incluido el presidente para poder erradicar la inseguridad y la mafia de poderes.

José Antonio Meade, propone acabar con la corrupción a través de confiscación de dinero, propiedades y bienes para quienes hayan cometido actos de corrupción.

Mucha gente lo toma como demagogia pura, porque no cree que se atreva a escupir para arriba al investigar al propio presidente Peña Nieto y los miembros de su gabinete como Rosario Robles, muy cuestionada últimamente por los desvíos encontrados por la Auditoría Superior de la Federación en contubernio con universidades e instituciones públicas del estado de Hidalgo.

La respuesta es clara, gane quien gane, no podrá en términos reales acabar con la corrupción porque el sistema político- jurídico mexicano está diseñado de tal manera que para llevar a cabo una modificación a cualquier ley, necesitaría el aval primero de la Cámara de Diputados, luego de la Cámara de Senadores y llegado el último caso, hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Así que el juego es solo de palabras y de demagogia pura.

 

 

 


 

 


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