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Las siempre precarias finanzas municipales

Guillermo Deloya Cobián
Orden de Gobierno
2018-08-22 20:40:29

Partimos del principio que en una demarcación municipal, las necesidades de atención a la ciudadanía son incrementales y se podría decir que en la práctica se estiman ilimitadas; sin embargo, la situación en la que los municipios mexicanos se ubican, sobre todo en escenarios de transición, lleva a las finanzas municipales a estar al borde de la inviabilidad por notoria insuficiencia de recursos.

Así, toda institución pública municipal requiere de mantener una estructura operativa, ejercer sus funciones de resguardo de orden público, intervenir en el ordenamiento de la actividad económica en su territorio y prestar servicios públicos de calidad.

De no cumplir en estas y otras funciones se cae en el desencanto por gobiernos que no satisfacen al ciudadano, aunque a veces no se repara en la imposibilidad que implica el no contar con los activos suficientes para así conseguirlo.

En recientes años, y a la par de los procesos de democratización, se han impulsado diversas reformas y acciones a efecto de que los municipios cuenten con mayores facultades para hacer frente en un primer círculo de contacto, a la necesidad de los mexicanos. Mayores facultades implican mayores recursos, mismos que se visualizan insuficientes al supeditarse a participaciones y programas federales o estatales, sumado a una capacidad recaudatoria desde lo local que no contribuye en suficiencia a apuntalar las finanzas en los gobiernos de este orden.

En un escenario donde la transición gubernamental establecerá nuevos parámetros para el federalismo, urge flexibilizar en concordancia las reglas de operación de los programas federales y estimular así un margen de operación más generoso de los mismos, sin que bajo la figura plenipotenciaria de los nuevos delegados, esto se convierta en una asignación selectiva con motivaciones políticas y de partidos. De ahí, en cada municipio sería deseable que hubiera un verdadero programa de capacitación de funcionarios encargados de diversificar y hacer eficiente la captación de recursos en distintas áreas de oportunidad.

Aún no hemos concluido la reforma municipalista que nos permita que los haberes se transfieran de forma directa y sin la dilación o secuestro que a veces se da en su paso por los gobiernos de los estados. Pero en sí, no solo es deseable un conjunto de reformas, sino una profunda modernización de nuestro sistema de coordinación fiscal ante la oportunidad que nos da la popularmente llamada “cuarta transformación”.

El municipio mexicano está como nunca en la antesala de lograr (si es que hubiese el talento legislativo y la voluntad ejecutiva), aquella anheladísima autonomía financiera y fiscal, que le permitiera a la patria consolidar su desarrollo desde lo local.

Abatir la discrecionalidad por las etiquetas que en ocasiones imponen con fines partidarios los propios congresos estatales, y favorecer en la operatividad la eficiencia serán básicos para un nuevo esquema de robustecimiento económico del municipio.

Inevitablemente y aún con la resistencia e impopularidad natural que implica la recaudación, por igual tendremos que lograr que nuestros municipios consigan por medio del impuesto local, un sistema más eficiente con bases gravables más amplias, abolición de exenciones y una apuesta clara por la correspondencia con servicios municipales de calidad.

Si vamos a hablar de una transformación profunda de nuestro México, tenemos que voltear la vista a conseguir de una vez por todas una genuina metamorfosis de nuestra figura municipal contenida en la constitución. Para tener un punto de partida, habrá que visualizar que, un objetivo irrenunciable de tal reforma sería consolidar en lo económico la función de los gobiernos locales.

Las finanzas municipales como se ha precisado, generalmente serán poco provechosas si se vinculan a la falta de oficio y de talento de funcionarios. Por ello, promover la correcta aplicación de fondos y programas al contar con capital humano de calidad, fomentar la transparencia en el manejo de recursos, consolidar sistemas fiscales locales que recauden eficientemente, abolir la discrecionalidad política en las asignaciones y operación de programas y fondos y conseguir que diversos proyectos de desarrollo social local se fondeen con participación social, empresarial y otras fuentes externas, serán algunas pinceladas para partir hacia un futuro deseable que sin distingo de partidos nos puede favorecer.

 

 


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