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¿Metrópolis, megalópolis o ciudades aisladas?

Guillermo Deloya Cobián
Orden de Gobierno
2018-09-12 22:22:30

El desarrollo, conexidad y vinculación de los temas urbanos en las ciudades, cada vez más pasa por el concepto de coexistencia sin fronteras.

Las manchas urbanas extendidas a lo largo del territorio nacional, han venido a modificar la forma de vida de quienes viven en las grandes urbes, sin que se hayan visualizado políticas de planeación integral, de gestión efectiva o de gobernanza, que adecuen el actuar gubernamental para atender problemática de servicios en una perspectiva más amplia.

En todo el mundo, y ante lo vertiginoso acontecer de los cambios económicos, ha sido una tendencia común el que se detone una acelerada expansión de las urbes. 

El fenómeno acontece no solo en los países en vías de desarrollo donde las tasas de crecimiento poblacional son altas, sino que por igual la repoblación se da en países y ciudades donde existe un bajo ritmo de natalidad y crecimiento. 

Es así que nos encontramos ante un proceso de metropolización que modifica los territorios para integrar funcionalmente a poblaciones circunvecinas que a veces lleva a la imposibilidad de dar de servicios urbanos de calidad. 

Desde 2007, esta tendencia ha venido por igual a impulsar cambios en nuestro país, donde la actividad económica y productiva han permitido que nuestra población migre con mayor insistencia hacia las grandes concentraciones urbanas. 

Desde ese mismo año, la población urbana en el mundo, es mayor que la población asentada en ambientes rurales. Según proyecciones verificables, hacia 2050, la proporción de población urbana mundial alcanzará el 66 por ciento. Nuestro México no es ajeno a tal tendencia, nos ubicamos en un octavo lugar mundial de concentración urbana contra población rural, delante de Japón, Nigeria, Bangladesh y Pakistán entre otras naciones. 

Ya sean en asentamientos catalogados como ciudades, metrópolis o megalópolis, la tendencia natural de crecimiento nos obliga como gobiernos locales a prever políticas de integración para temas tan sensibles, donde la cooperación y sincronía gubernamental es obligada. 

Nos referimos por supuesto a temas de derechos humanos, tránsito vehicular y peatonal, provisión de agua, saneamiento y gestión de residuos y por supuesto, el gran tema: seguridad ciudadana. 

Una metrópoli es un espacio territorial con influencia e importancia en una región o ciudad principal en razón de su extensión. Hay acceso a oportunidades de trabajo, de atención a la salud y educativas. Aún con estas características de beneficio, para mala fortuna por igual es una región polarizadora, donde se acentúan los cinturones de pobreza y la urbanización de manera selectiva con provisión de servicios insuficientes y diferenciados. Una megalópolis, reúne a varias ciudades o zonas metropolitanas que suman un enorme capital humano y poblacional, y comprende dentro de sí misma a distintas vocaciones productivas e identidades. 

El municipio de Puebla es el centro de lo que el Consejo Nacional de Población (CONAPO) define como la zona metropolitana Puebla-Tlaxcala, que a 2010, era la cuarta más grande del país con dos millones 728 mil 790 habitantes, en una superficie de 2 mil 392.4 kilómetros cuadrados, es decir, una densidad media urbana de 76.6 habitantes por hectárea, y una tasa media anual de crecimiento de 1.8 por ciento.

Un dato muy relevante para la gestión local en esta zona metropolitana es que se trata de una de las seis zonas metropolitanas del país que tiene carácter interestatal, es decir, que su mancha urbana y zona de influencia rebasa los límites administrativos de más de una entidad federativa (Puebla-Tlaxcala). 

A diferencia de la gran megalópolis capitalina, en nuestra Puebla no se han programado reales bases para la inter municipalidad. En el caso de la CDMX y su zona, la cual representa un 33% de aportación al PIB nacional, se ha establecido en su artículo 19 de la constitución local la determinación para que la coordinación y gestión regional y metropolitana sean una prioridad para las personas que habitan la ciudad. Establece como necesidad de las autoridades el coordinar el desarrollo incluyente, funcional y eficiente con bases de cooperación entre federación, estados y municipios que conforman la gran mancha urbana. 

Hoy tenemos enormes retos en este tema: ¿cómo evitar la pobreza en barrios periféricos?; ¿cómo abolir con vocación productiva el desempleo y disminuir la economía informal?; ¿cómo regular férreamente el uso de suelo que lesiona a zonas naturales?; ¿cómo prevenir los riesgos derivados de la presencia de fenómenos naturales en concentraciones urbanas de alta densidad? Si no avanzamos en tal dirección, nuestra Angelópolis y muchas otras zonas en lo nacional, seguirán inmersas en tratar de solucionar temas con visos meramente locales lo cual, en un contexto de modernidad, resulta preocupantemente atávico.


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