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México despega desde sus municipios

Guillermo Deloya Cobián
Orden de Gobierno
2018-10-24 20:51:17

Fiel a su estilo autoritario, disfrazando actos de intolerancia y revanchismo bajo el supuesto auspicio de la sabiduría colectiva que siempre deberá ser conveniente a sus designios, este día ha iniciado la tan mencionada consulta popular para el aeropuerto, impulsada por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador.

Pronto, a base de pregunta específica (por no decir encauzada), se sabrá cómo el pueblo sabio, sin más elementos que su libre pensamiento y apreciación, decide el destino de la mayor obra de inversión en infraestructura de las últimas décadas.

Si optará por darle paso a la cancelación o seguimiento de obra en Texcoco, o en su defecto por virar hacia la edificación y adecuación de aquel en Santa Lucía.

Lo interesante en esta polémica tarea es que el campo de aplicación pasa precisamente por el ámbito municipal. Además de lo que expertos de las encuestas han esgrimido sobre la poca confiabilidad de resultados basado en un método altamente cuestionable y mañoso, es preciso ver, a la luz de la distribución de las mesas de votación (73 mil), si es que municipios y población encontraron la representatividad necesaria para el titánico cometido.

Quinientos treinta y ocho municipios de nuestra patria serán aquellos en los cuales se ubiquen las mesas referidas. 538 de 2,457 municipios mexicanos según datos de la Encuesta Intercensal 2015 del INEGI. He ahí, que conforme a la referencia hallada en el portal “México Decide”, la selección de población muestra se llevó a cabo sobre criterios de densidad poblacional, es decir, en esos 538 municipios habita un 77.8 por ciento de la población total del país. Cifras que bien vale la pena analizar con algunos argumentos y ejercicios de análisis personal.

Cuando nos adentramos en lo que el referido portal esgrime, efectivamente, hay una selección en términos de densidad poblacional, pero aquello se refuerza con la conveniencia que invita a ser suspicaz. Me explico: ¿Qué fue determinante en la encuesta para que todos los municipios de Tabasco fueran incluidos? ¿Qué a su vez llevó a que municipios relevantes poblacionalmente hablando de Jalisco, Oaxaca y Durango no se incluyeran? En el caso del primer cuestionamiento me quedo perplejo, no encontramos criterio de soporte para que en casos como Cunducán o Huimanguillo, sean mayormente interesantes y representativos que aquellos Jaliciences, Guanajuatenses, Coahuilenses o Hidalguenses. Ojo, lo anterior expresado con respeto y únicamente bajo criterios demográficos.

Aquí cabe otra reflexión; conforme a datos del INEGI así como del Instituto Nacional para el Federalismo y Desarrollo Municipal de la Secretaría de Gobernación, existe una densidad poblacional de alrededor de un 80 por ciento de la totalidad de mexicanos concentrada en 502 municipios cada uno de los cuales cuenta con un piso de población de al menos cuarenta mil habitantes. Si hacemos un cruce de los datos disponibles en la metodología de la hoy iniciada encuesta, con la información de las fuentes que mencioné en este párrafo, encontramos que 100 municipios de estos denominados los más poblados no se encuentran considerados para encuestarse y no contarán con mesa de recepción de votación. En sentido contrario, ¿por qué hay en unos 120 casos, municipios con poblaciones menores a los 40 mil habitantes?¿Falla metodológica o sesgo provocado?

Y ya ni desglosar en un cruce adicional lo que respectaría a criterios de conocimiento y afectación directa. Al grado del ridículo de no contar con mesa de votación en el municipio de Tecámac en el Edomex, lugar donde eventualmente se alojaría al aeropuerto de Santa Lucía.

Lo realmente preocupante es que transitemos el camino de la simulación y la voluntad encauzada en un tema tan delicado.

Torcer realidades que acaban desembocando a la única y auténtica conveniencia de un Tlatoani supremo es un riesgo superior para un país en cualquiera de sus modalidades.

Hacerlo cuando de por medio está la confiabilidad para la inversión y los derechos de propiedad, así como el cumplimiento de un cuestionadísimo estado de derecho mexicano es rayar en lo dementemente irresponsable.

En un tema donde las opiniones expertas de aerolíneas estadounidenses y mundiales, de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México, de asociaciones y cámaras empresariales y de financieras internacionales han pasado a un olvidado e irrelevante segundo plano, solo resta apelar a que la turbulencia que provoca la necedad e intolerancia, no sea aquella tormenta perfecta que impida que México despegue.


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