La víctima culpable

Las víctimas de delitos sexuales prefieren guardar silencio por no ser objeto del escarnio público… por temor a represalias… por fallas en las instituciones y sus servidores públicos… por no creer en la Ley… quizá tal vez por todo lo anterior.

Desde luego, México es un país victimizado donde la mayoría guarda un silencio rencoroso, pues las personas de a pie se enfrentan a la gente que posee la posibilidad del manejo de las instituciones por influencias de diversos tipos. De ahí que la sociedad debe reconfigurarse mediante la educación familiar que se conjunta con la idea de lo social, ya que se ha creído que en México, existen personas de primera y de segunda, nuestro lenguaje ha afianzado el mito del clasismo como simbolismo de superioridad, el racismo como lenguaje de inferioridad, lo que ha dado como resultado una sociedad sin contenido de ideas notables, y por lo tanto, de seres humanos con poco conocimiento del bienestar común, sin empatía y sensibilidad.

La cultura de la prevención, mediante la educación en la igualdad de la dignidad de las personas, por el contrario, otorga la posibilidad de tener en cuenta el bien común y los alcances de las leyes a la población en general, así como los medios de acción de la misma.

En nuestro país lo primero que sufre una víctima es la incertidumbre sobre el camino a tomar y ello denota la gran demora en cuanto a la sensibilidad y conocimiento de los derechos humanos, por ello los datos importantes sobre grandes violaciones a procedimientos de diversos tipos en nuestra región.

Las instituciones están ahí, son perfectibles, plantean una estructura que se mueve con leyes que cada día toman en cuenta más, los probables delitos a cometer, sin embargo, dichas instituciones y la interpretación de las leyes están bajo el manejo de operadores jurídicos que pueden dar un sentido de injusticia a la víctima, utilizando la ley de forma inadecuada, esto es, causar un acto de injusticia plenamente avalado por la Legislación mediante la instrumentalización de la ley a efecto de restar la eficacia para la cual está diseñada, con lo cual se concreta la revictimización.

Lo anterior se puede explicar de la siguiente forma: un victimario puede aparentar tener argumentos razonados para la promoción de su beneficio personal fingiendo actuar de una manera legal y socialmente correcta.

Así que quien este en posibilidad de tener una profesional jurídico relacionado y preparado (lo que sin duda implica recursos económicos exigentes, mismos que generalmente no poseen las personas agraviadas), puede obtener “la justicia de elite”, aunque el término no resulta congruente, pues lo que se obtiene en esos casos es la utilidad de la ley para fines contrarios a la naturaleza del orden que impone la misma.

En el caso de DAPHNE, la presunta menor violada (utilizando un término legal, dada la presunción de inocencia en este país) en Veracruz, sus familiares tuvieron que hacer público el hecho ante la inacción, retraso, inaplicabilidad o indiferencia de la autoridad impartidora de justicia.
Sí, porque nos hemos transformado en una sociedad cínica, donde las instituciones perfectas de justicia no actúan debido a que los encargados de procurar justicia están sujetos a los lineamientos que tiene la gente de poder, ya sea económica, política, social.

Donde la gente comete delitos en aras de su interés personal, porque se siente desvinculada o no entiende en absoluto la idea del bien comunitario, lo cual reduce el comportamiento de muchas personas a tomar elecciones que dañan a otras, para beneficio propio.

Pudiera ser que los videos grabados (con las disculpas de los chicos agresores “presuntamente”) por el padre de Daphne contengan irregularidades pero cabe preguntarnos, si no han existido otras muchas más irregularidades que fueron las que permitieron que un procedimiento legal  no haya llegado aún a la etapa de procedimiento jurisdiccional definitorio, pues como puede apreciarse se continua en la etapa de conjunción y desahogo de pruebas.

Pero acaso, en general, algún padre o madre se quedaría conforme con una agresión tan severa a uno de los miembros de su familia, casi se puede asegurar que no. El problema como ya se ha mencionado fue el hecho de que no se sabía el camino a seguir, o si se sabía la seguridad de que este no fuera agresivo con la misma víctima, recordando por supuesto, que los exámenes para las pruebas periciales en materia penal y que son entre otras las ginecológicas no son nada amigables con la víctima, por dos razones fundamentales: nuevamente vulneran la intimidad y por otro lado, no es una persona de confianza quien las realiza.

*Maestra certificada en Género por la OIT