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El volado de López Obrador

Humberto Aguilar Coronado
Columna Invitada
2020-03-17 18:54:55

En nuestro país es muy común que se utilice una moneda para decidir sobre dos opciones distintas. Desde la secundaria, era muy común que con una moneda de bronce de 20 centavos, que por un lado tenía el águila del escudo nacional, y por el otro la pirámide del sol, se echaran los volados para decidir la suerte.

Por eso cuando se lanzaba al aire la moneda, alguna de las partes debía cantar su preferencia, águila o sol, para decidir sobre una opción u otra.

Traigo este recuerdo a propósito de la decisión que parece haber tomado el Presidente para (no) enfrentar el grave problema que para muchos mexicanos se va a presentar en las siguientes semanas, por los recientes brotes de mexicanos infectados por el COVID-19, mejor conocido como el “Coronavirus”, y por las difíciles y no menos dolorosas experiencias internacionales.

Creo que el Presidente López Obrador se está echando un volado muy peligroso al enfrentar, a su manera, la que se ve como inminente crisis de salud pública en los próximos días.

Porque mientras en el mundo occidental cada día se ve con mayor preocupación el tema, sobre todo por los impactos mortales que ha tenido en países como Italia y España, aquí en México el Presidente declaró hace ya mas de un mes que: “no debe haber alarmas, se piensa que no es tan dañino, ni tan fatal el coronavirus”.

Porque mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado que para detener la propagación del virus se debe evitar en la medida de lo posible el contacto físico, aquí en México, el Presidente afirma de una manera muy arrogante que: “hay quien dice que por el coronavirus no hay que abrazarse. Pero hay que abrazarse, no pasa nada”, presentándose como un gobernante absolutamente irresponsable y carente de conocimientos sanitarios para la prevención.

Porque mientras que los gobiernos de los países afectados han instrumentado medidas drásticas para contener la propagación y el contagio del virus, aquí el Presidente sostiene que: “no nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias, nada de eso”, queriéndose hacer ver como un presidente con visión extrasensorial de futuro.

Porque mientras los países afectados cuentan con sistemas sanitarios sólidos, pero que pueden llegar a ser rebasados por el número de contagios y muertes, aquí en nuestro país se mantienen los recortes presupuestales al sistema de salud, generando una falta de adquisición de los medicamentos necesarios para cubrir, incluso, las otras demandas de salud.

Porque mientras el mundo le hace frente al problema para evitar en la medida de lo posible mas contagios para evitar mas muertes, López Obrador culpa a los conservadores, a columnistas y periodistas de una campaña de desinformación sobre el coronavirus, desviando la atención de lo realmente importante, las medidas sanitarias preventivas.

Pero el colmo de la frivolidad en el manejo de la información se presentó el lunes, cuando en la mañanera se le preguntó al Subsecretario de salud, Hugo López Gattel del riesgo que implicaba que el Presidente pudiera contagiar a alguien si seguía con sus giras y su política de abrazos, el funcionario respondió que: “la fuerza del Presidente es moral, no de contagio” y que si se infectaba, “lo más probable es que se va a recuperar espontáneamente y va a quedar inmune”.

Vaya irresponsabilidad del funcionario encargado  de dar confianza a los mexicanos en el enfrentamiento del problema de salud pública, casi afirmó que el Presidente es el tlatoani inmune.

Por eso sostengo que el Presidente se está echando el volado de su vida. Está apostando a que nuestro país no entre en crisis sanitaria por la pandemia de la que hablamos.

Si le salen bien sus predicciones, su popularidad irá en aumento. Pero si nuestro país se convierte en uno de los países más infectados por el coronavirus, porque no se instrumentaron las acciones necesarias para enfrentar la pandemia, seguramente los mexicanos le cobrarán caro sus omisiones, su falta de tacto político, su falta de oportunidad, su falta de decisión, y su altísima frivolidad en el manejo de las crisis y situaciones que un Jefe de Estado debe enfrentar con seriedad y con visión de estado.

El encanto del Presidente se podría perder en un volado. Le apostó a sol, cuando yo creo que le debió apostar al águila nacional.


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