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Fusila y después virigua

Humberto Aguilar Coronado
Columna Invitada
2020-08-11 19:17:20

Los últimos gobiernos del siglo pasado, así como el único del presente siglo que representaron al PRI, utilizaron la justicia como un brazo político-mediático para hacer creer a la población que eran diferentes a sus antecesores, y que con esas acciones, pretendían demostrar que ellos si combatían la corrupción y la impunidad, aunque para ello, utilizaran medidas meta legales contra los que eran los adversarios políticos del momento y pertenecientes  al propio sistema político.

Durante el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado se acusó a Jorge Díaz Serrano, que había sido el Director de PEMEX durante el gobierno de José López Portillo, de haber comprado fraudulentamente dos barcos petroleros, llegando incluso a desaforarlo como Senador de la República. El detenido cumpliría sólo 5 años encarcelado y señalaría que era parte del plan para “convertirlo en trofeo de una hipócrita renovación moral”, el cuál fue ampliamente difundido por el noticiario estelar, 24 horas.

Muchos seguramente ya no recuerdan que apenas pasado un mes de la toma de posesión del Presidente Carlos Salinas de Gortari, sin una orden de aprehensión de por medio, pero con una gran difusión en la televisión mexicana, a través del entonces periodista-conductor “consentido” Jacobo Zabludovsky, es arrestado por las fuerzas armadas el líder petrolero Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, acusado de por lo menos 6 delitos federales.

Por ello, se le sentenció a 35 años de prisión, aunque a través de una apelación logró que se le redujera la sentencia a 13 años, para finalmente sólo cumplir 9 años en la cárcel. Pero el objetivo, se había logrado, mandar un mensaje de combate a la corrupción y a la impunidad.

Durante el gobierno de Ernesto Zedillo, se detuvo al que era conocido como “el hermano incómodo”, Raúl Salinas de Gortari, acusado de enriquecimiento ilícito y del asesinato de Francisco Ruiz Massieu, delitos por los que fue sentenciado a 50 años de prisión.

La realidad es que sólo cumplió 10 años recluido, dado que fue exhonerado por los delitos imputados, pero ampliamente difundidos en la televisión nacional, ahora a través del conductor estrella del noticiero nocturno, Joaquín López-Dóriga. A Zedillo le sirvió para desmarcarse de Salinas de Gortari, pero no se cumplió con el combate a la corrupción.

Y más recientemente, durante el inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto, se detuvo a la política y líder sindical Elba Esther Gordillo, acusada de desvío de fondos que procedían de recaudaciones sindicales, por lavado de dinero y delincuencia organizada.

¿El resultado?, el mismo que en los casos anteriores, después de 5 años en prisión domiciliaria, fue liberada porque las pruebas que se presentaron en el juicio, no acreditaron su responsabilidad en los delitos imputados. Así que, se cumplió por ser considerado uno de los casos mediáticos más escandalosos, pero no se cumplió ni de cerca en el combate a la corrupción e impunidad por parte del gobierno más corrupto y con mayor impunidad que se conoce.

Ahhhh, pero eso si, en plena campaña electoral se acusa de corrupción a Ricardo Anaya, candidato presidencial del PAN y al no poder demostrarle nada, un simple “Usted disculpe”, por parte de la Procuraduría General de la República les pareció suficiente ya que habían descarrilado al candidato.

En el gobierno de López Obrador, el discurso desde el inicio ha sido precisamente el combate a la corrupción y el combate a la impunidad, discurso que pudo haber sido distinto al de los anteriores gobiernos, si en lugar del escándalo mediático se hubiera integrado bien una carpeta de investigación para el escandaloso caso de corrupción que encabeza el ex director de PEMEX en el sexenio anterior, Emilio Lozoya, y que ha salpicado de lodo a diferentes actores políticos con el simple hecho de haber “filtrado” esos nombres a diferentes medios de comunicación nacionales y repercutido fuertemente en las redes sociales.

Desafortunadamente se prefirió utilizar la vieja fórmula revolucionaria de “fusila y después virigua” –atribuida al famoso Pancho Villa– con miras a la elección federal del próximo año para desacreditar a partidos políticos y posibles candidatos.

Ya no se trata de mostrar resultados y éxito en el combate a la corrupción, ahora parece que se trata de “fusilar electoralmente” a quienes les pueden incomodar.

Sin embargo, esperamos que se llegue al fondo en la denuncia presentada por Lozoya contra el ex Presidente Peña Nieto y contra el otrora súper poderoso Luis Videgaráy, por sobornos utilizados en la campaña presidencial del 2012 por el caso odebrecht, así como conocer los nombres del Diputado y los cinco Senadores que señala el mismo Lozoya desde la comodidad de su hogar que recibieron sobornos por haber aprobado la reforma energética.


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