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El torero flaco de Botero

Antonio Casanueva Fernández
Corchaíto
2021-05-30 16:02:33

Los toros llegaron a Colombia en el siglo XVI. El obispo Lucas Fernández de Piedrahíta en su “Historia del Nuevo Reino de Granada da cuenta que a fines de 1543 llegaron toros de Navarra y de Extremadura que, por su bravía condición, eran los favoritos para las corridas cortesanas y populares. Desde entonces, ha habido una afición colombiana que ha resistido a múltiples dificultades y prohibiciones.

También ha habido toreros colombianos aplaudidos y admirados dentro de su país, aunque la mayoría poco conocidos en México y en España. De acuerdo con Francisco López Izquierdo en su libro “Los toros del nuevo mundo (1542-1992)”, Miguel López fue el primer colombiano en recibir la alternativa de matador de toros, lo hizo en México el 19 de mayo de 1946. José Edgar Zúñiga “Joselito de Colombia” fue el primer colombiano en confirmar la alternativa en Madrid el 12 de octubre de 1956. Pero la primera gran figura del toreo nacida en territorio colombiano fue Pepe Cáceres.

Cáceres debutó como novillero en 1952. Viajó a España en 1955 donde tuvo triunfos que lo llevaron tomar la alternativa en Sevilla el 30 de septiembre de 1956 de manos de Antonio Bienvenida y con José Martorell como testigo. Confirmó en Madrid el primero de mayo de 1958 teniendo a Rafael Ortega de padrino, Antoñete de testigo y toros de Clemente Tassara. Y en la Plaza México el 8 de enero de 1961 cediéndole los trastos Juan Silveti en presencia del Ranchero Aguilar y toros de la Laguna.

Pepe Cáceres fue un torero de casta. Destacaba por su personalidad, orgullo y amor propio. Gran exponente del toreo de capa e inventor de suertes como la cacerina. Murió a consecuencia de la cornada del toro “Monín” del hierro de San Esteban de Ovejas en la plaza La Pradera de Sogamoso el 20 de julio 1987.  Agonizante, al despertar después de una de las cirugías con las que intentaban salvarle la vida, tuvo un gesto que ilustra su raza torera. Como no podía hablar, pidió papel y lápiz y escribió: “¿Maté al toro? ¿Me dieron las orejas? ¿Ya pagaron a las cuadrillas?”

He podido apreciar esa misma pasión, torería y sentido humano en un torero que está llamado a ser la nueva figura colombiana: Juan de Castilla.

 

De origen humilde, hijo de un oficial de albañilería, tuvo su primer contacto con la fiesta brava a través de un cuadro de Botero. Una litografía en la que el pintor, vestido de luces, es cogido por un toro jabonero. Desde niño, Juan ha mostrado creatividad y mucha disciplina. Junto con su primer maestro, el matador José Fernando Arango, tuvo la audacia de escribirle a Fernando Botero para pedirle apoyo para viajar a España. El pintor se ilusionó con la carta y le patrocinó el vuelo y una pequeña pensión para que desarrollara el oficio. Así, Juan de Castilla se convirtió en “el torero flaco de Botero”.

Tomó la alternativa en su natal Medellín de manos de Enrique Ponce el 28 de enero de 2017. La confirmó en la Santamaría de Bogotá un año después con el mismo padrino y Roca Rey de testigo con toros de Juan Bernardo Caicedo. A su segundo, "Abrileño" de nombre, le realizó una faena casi perfecta. Conjunción de arte y bravura. Toro y torero lograron tal compenetración y comunicación con el tendido que fueron premiados con el indulto y las dos orejas simbólicas.

Dos años después, el primero de marzo del 2020, Juan de Castilla volvería a salir a hombros de la Santamaría de Bogotá después de indultar a “Talentoso” también de la ganadería Juan Bernardo Caicedo.

Tuve la suerte de conocer a Juan de Castilla en el CART donde acudió como maestro. Su afición y conocimiento fueron fundamentales para el éxito del proyecto y para que los novilleros aprendieran lo que es “vivir como torero”. Le impregnaba a los chavales la misma disciplina con la que ha conducido su carrera taurina. Lo llamaban el teniente porque transmitía un alto concepto del honor y de la justicia. Yo prefiero llamarlo “el Botero Flaco” porque es ante todo un artista creativo, con gran sensibilidad y dominio del oficio.

Pepe Cáceres triunfó en México y dejó una impronta colombiana en la afición. De esa misma manera, cuando reciba las oportunidades para presentarse de luces, estoy seguro que Juan de Castilla impactará a los taurinos mexicanos.  


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