El canon del toreo

Canon es una regla o un precepto. Según la Real Academia de la Lengua se refiere al modelo de características perfectas. En el arte, el canon describía las proporciones ideales de la figura humana conforme a lo definido por egipcios y griegos.

En el mundo taurino también hay cánones que, según algunos expertos, forman algo así como un corpus doctrinal que no admite heterodoxias.

Son los toreros clásicos los que constituyen lo que suele llamarse el canon del toreo. Son clásicos porque contienen esencia, alcanzaron la excelencia y trascendieron su época, es decir, su representación artística tuvo tanta resonancia que fueron seguidos por otros e influyeron en la cultura y la forma de interpretar el toreo de su tiempo.

Pero, al igual que como sucede con la literatura y con otras artes, hay equívocos y exageraciones con esto de los cánones o reglas de perfección.

Me he vuelto aficionado al canal de YouTube "Aula de Tauromaquia", que dirige Rafael Cabrera Bonet. Inició hace 14 años en la Fundación Universidad San Pablo-CEU de Madrid, España. Fundaron el Aula de Tauromaquia con el rigor cultural que corresponde a un marco universitario. Desde hace un año, para darle mayor difusión a sus estudios, replican las sesiones académicas en un canal de YouTube que lleva el mismo nombre.

Los videos son didácticos e interesantes. Pero en el último sobre el pase natural, en nombre de la ética, la pureza y la verdad del toreo, caen en excesos reprochables.

Para ayudarle a explicar los cánones del pase natural, el doctor Cabrera Bonet invitó a Arsenio Enrique Martiquien fue novillero, apoderado de toreros y le llaman “taurófilo erudito”.

Dice hablar a nombre del “compromiso ético” del toreo. Para ellos el canon del pase natural implica embarcar al toro por delante, adelantar la pierna izquierda para ganar terreno y ofrecerle las femorales al toro. Enrique Marti dijo que todo lo que no se haga de esta manera representa un engaño y un fraude.

Para Cabrera Bonet y Arsenio Enrique Marti cuando se torea en forma distinta a lo que ellos describen como los cánones del pase natural equivale a "acciones fraudulentas". O sea, citar con la muleta retrasada o sin adelantar la pierna contraria, como lo hacía, por ejemplo Manolete, es para estos "taurófilos eruditos" un fraude. ¡Vaya exageración!

Pepe Alameda llamaba a esta imposición dogmática algo contra natura, decía que la única verdad es que el torero representa la vertical y el toro la horizontal, y que todo lo que se haga razonablemente dentro de esa realidad es técnicamente válido.

Y remataba contra los dogmas diciendo: "Meter al arte –y más a un arte vivo como el del toreo– en pequeños corsés ideológicos, es como querer meter a un águila en una jaula" ("El hilo del toreo", 1989, p.130).

Para cuidarnos de estos ortodoxos eruditos, vale la pena la comparación de la tauromaquia con la literatura. José María Micó explica que los artistas clásicos son los que no se parecen a sus contemporáneos porque se atrevieron a transgredir las normas. Los artistas que trascienden son aquellos que superaron las teorías e hicieron algo que nadie más hizo.

En el prólogo de su traducción de Comedia de Dante Alighieri, José María Micó escribe: "La literatura siempre se ha nutrido y se nutrirá de sí misma, pero lo hace al modo de las demás artes en su devenir, porque las grandes creaciones modifican el pasado y transforman el futuro. En definitiva, el canon literario no recoge la uniformidad, sino la singularidad y la diferencia. La tradición literaria no es una exposición de modelos, sino una reunión de excepciones y extravagancias. Son clásicos porque son de otra clase".

Es decir, los toreros clásicos no son los que repiten las mismas fórmulas y torean igual que como les enseñaron sus maestros, sino los que –entendiendo los moldes vigentes– innovaron e hicieron evolucionar el arte del toreo.