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¿A qué vamos a los toros?

Antonio Casanueva Fernández
Corchaíto
2021-11-21 14:58:37

La Plaza México promociona: "Si tu cumpleaños es en este mes de noviembre, ven con cinco amigos y te regalamos una botella. Válido para la novillada del 21 de noviembre".

Al leerlo, me acordé que mi abuelo se enojaba cuando alguien decía que fueran a divertirse a los toros: "¿Qué ustedes van a divertirse a Misa?", preguntaba.

Una corrida de toros es un espectáculo. Las empresas tienen que realizar actividades de mercadotecnia para atraer gente y ser rentables. La mejor estrategia debe alinearse con el interés del público.

Es claro que en la reapertura de la Plaza México se han llevado a cabo acciones interesantes como la Corrida de las Luces y que los carteles han despertado el interés de los aficionados. Pero ante esta nueva promoción, quizá sea pertinente preguntarnos: ¿A qué vamos a los toros?

El agudo intelectual don Enrique Tierno Galván, quien fuera el primer alcalde socialista de la transición democrática en Madrid, llama a los toros "un acontecimiento nacional".

Para él,  son más que un acto social porque han influido en el lenguaje y en las actitudes ante la justicia, la democracia, la educación, la religión, la vida y la muerte. Los acontecimientos nacionales implican una forma de ver y entender el mundo.

Algo equivalente a lo que fue la esclavitud en los Estados Unidos antes de la Guerra de Secesión: afectaba la economía, permeaba a la sociedad y era muy difícil que alguien permaneciera indiferente ante el tema.

El aficionado no es un espectador pasivo. Durante la corrida se aprecia la autenticidad de la Fiesta. Por esoTierno Galván dice que "acudir a los toros sea un acto de brutal sinceridad social, que nos delata, en cierto modo, ante los demás" (Los toros, acontecimiento nacional. Madrid, Turner, 1998, p.16).

La vida es, en sí misma, una aventura, pero en los toros hay una consciencia evidente al aventurarse. Tanto aficionados como toreros están a la espera de lo que ha de venir. Porque los toros se viven con pasión, que a veces desborda, que lleva a la plenitud.

Las corridas de toros son un espectáculo donde hay sangre y muerte. Eso provoca las pasiones que se viven en la plaza. Las acciones de los protagonistas de la corrida tienen consecuencias. Por eso es difícil permanecer indiferente ante los toros. Tierno Galván agrega:

"A mi juicio, los toros son un acto colectivo de fe. La afición a los toros implica la participación de una creencia; de aquí, que para el auténtico aficionado, la afición sea en cierto sentido un culto. Pero ¿creencia en qué? ¿Fe en qué? En el hombre. El espectador cree en ciertas cualidades inherentes al hombre que constituyen la hombría, y precisamente porque cree en ella va a los toros. El torero se presenta como portaestandarte de la hombría y ratifica en cada momento de la lidia que la fe en un determinado tipo de hombre en que cree el público, tiene pleno sentido y actualidad. Este tipo humano expresa a su vez el punto de vista de una determinada concepción del mundo predominante. Por esta razón el torero es un símbolo" (Ibídem, p.21).

Por supuesto que hay público para todo, especialmente en la plaza más grande del mundo. No obstante, las palabras de Tierno Galván obligan a cuestionar si regalar vodka y ginebra a los cumpleañeros de noviembre es el marketing más adecuado para atraer gente a los toros.

Cada quien tendrá su opinión al respecto. Bienvenida sea la controversia.


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