Jesús Sánchez
El Rincón del Chamán
2016-12-05 07:54:08
La realidad es lo que es. En un año difícilmente cambiarán las mediciones que lo colocan como el presidente con menor índice de aceptación en la historia moderna del país. Por eso, como decía don Jesús Reyes Heroles, la apuesta del tricolor para las campañas de 2018 será la de enfatizar la continuidad de los aciertos, en los errores hay rectificación.
Cuando @EPN recalcó en la sesión de Consejo Político del PRI que primero es el programa y luego los nombres, muy en el estilo reyesheroliano, en realidad hizo un reconocimiento a aquella regla no escrita de que solo la derrota es huérfana y también que no quiere llegar a corroborarlo.
El presidente cumplió su cuarto año en Los Pinos. De acuerdo con el calendario del presidencialismo mexicano, el penúltimo año –el quinto del sexenio– es en realidad el último año de gobierno. Y se nota el cambio en el panorama político.
Fuera del primer círculo las cosas se miran distintas, por ejemplo nadie entiende cómo cinco empresas contratadas para trabajar la imagen de you know who no han logrado que se reconozca que lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho.
Está visto que esas empresas encargadas de echarle la culpa del mal humor social a otros, desplazaron a los brujos de Catemaco, pero siguen sin dar una. Y como si nada, siguen cobrando.
Lo que es un hecho es que el juego político y los jugadores están a la vista, tanto en la oposición como en el partido del poder. Las lecturas extras de lo ocurrido en el PRI es que a Peña finalmente le cayó el veinte de que debe cuidar a quien tomará la estafeta de la candidatura, porque en ello también le va su futuro.
La renuncia anticipada de Agustín Carstens a la gubernatura del Banco de México, ajusta los escenarios de la sucesión presidencial porque se convierte en una muy interesante alternativa para colocar eventualmente a José Antonio Meade (alumno de Carstens) o a Luis Videgaray (con quien Carstens no tenía química) al frente del Banxico de julio de 2017 a diciembre de 2021. Vaya papa caliente.
Al tiempo nada lo detiene
La sucesión está a la vuelta de la esquina. Aunque las empresas de opinión meten a todo el que pueden para reducir sus errores de adivinación, en el círculo tricolor solo se ve con perfil para ser candidateable a Miguel Ángel Osorio Chong. Muy recientemente se había notado la enjundia de un sector priista simpatizando con José Antonio Meade.
Otros priistas voltean a ver al resucitado Luis Videgaray que la libró con el triunfo de Donald Trump y a quien perfilaron como nuevo canciller haciéndole la mala obra a Claudia Ruiz Massieu. De Aurelio Nuño, poco se puede decir, pues aún se recupera del resbalón por no ler (sic) bien. Y al doctor José Narro que ya le dieron pase como refuerzo, pero en la banca.
Los analistas del Chamanic Center ven la disposición del number one de Los Pinos a asumir los costos de su gobierno, faltaba más, con el propósito de dejar el menor número de elementos negativos que pongan en riesgo el triunfo electoral de su sucesor en 2018.
Lo demás dependerá del grupo que acompañe al candidato, pero esa es harina de otro costal, pues como escribió Reyes Heroles, los dirigentes también se pueden equivocar en la nominación de los candidatos porque a los hombres solo se les conoce cabalmente cuando ejercen el poder.
En la otra esquina
En la oposición los tiempos también corren rápido. En el terreno albiazul, el dirigente Ricardo Anaya es el prietito en el arroz de las aspiraciones de Margarita Zavala –quien ya comenzó a conocer lo que es el fuego amigo– y el poblano Rafael Moreno Valle, a quien ya le cuelgan milagros del uso de recursos públicos para financiar su campaña.
El PRD no tiene candidato propio. Las escenas de Graco Ramírez y Silvano Aureoles no convencen a nadie. Por lo que se aprecia en la presidencial acompañarán a Miguel Ángel Mancera como externo y en el Estado de México tampoco les quedará de otra que esperar la invitación panista. Esa es su triste realidad, mientras siga la guerra intestina de sus tribus. Deben extrañar mucho a Alejandro Encinas.
Morena y su líder y candidato Andrés Manuel López Obrador va en la ruta esperada de la tercera vuelta. No tiene desgaste interno porque no tiene oposición y ya decidió que en caso de no ganar las elecciones de 2018 se irá a descansar al rancho, ese que queda muy lejos. Y se va solo. El problema para Morena vendrá después, pues se verá quién es quién entre Martí Batres y Alejandro Encinas.
De salida
De acuerdo con los tiempos tradicionales de la política, Peña Nieto tiene escasos 11 meses de gobierno para luego dedicarse a administrar su salida. El último año es del sucesor, dicen.
Por eso es estratégica la elección mexiquense, pues se convertirá en refugio del propio @EPN y la mayoría del grupo que lo acompaña y que serán sometidos seguramente al escaneo del Sistema Nacional Anticorrupción, una vez que entre en funcionamiento.
Por eso, cobra relevancia la decisión del propio @EPN de enviar al Congreso una iniciativa de ley constitucional que anula la disposición del pase automático del procurador para convertirlo en Fiscal General de la República. Esta decisión le pegó a Raúl Cervantes, pero también le ayudó porque se le veía convertido en fiscal de chocolate, a modo, dirían los clásicos.
Antes, nadie moverá un dedo hasta pasadas las elecciones de junio, donde se juega el Estado de México, Coahuila y Nayarit. Y la decisión que se tome sobre el nuevo gobernador del Banco de México, marcará decisión final del candidato presidencial del PRI. Por cierto, para 2018, el PRI necesita al menos 19.2 millones de votos para mantener la ventaja.