Enrique Núñez
Código Rojo
2016-06-07 22:59:48
El rostro y el discurso de Manlio Fabio Beltrones minutos después de haberse cerrado las votaciones lo decían todo.
Evitó dar números y trató de mostrar emociones negativas; pero era cuestión de horas para confirmar el repruebo a un partido que volvió a cometer los errores de anteriores elecciones.
Perder siete gubernatruras de doce en juego, pese a haber anunciado que ganarían nueve, es un fracaso de altas proporciones y que tienen efecto directo en la carrera por la Presidencia.
Sin duda, el domingo pasado Beltrones se jugó la carta para colocarse dentro de la baraja por la Presidencia, con los resultados que hoy todos conocemos.
El mito del gran operador electoral se desmoronó en un solo domingo y con él, sus aspiraciones de habitar la residencia de Los Pinos.
¿Pero quién más pierde junto con Beltrones?
Den entrada todo el PRI. Pero particularmente la vieja estirpe priista, que nunca entendió que los caprichos y las imposiciones tienen altos costos electorales. Muy caro pagaron en Quintana Roo la repulsión de Roberto Borge hacia el candidato natural que era Carlos Joaquín quien terminó arrebatándole la gubernatura al PRI, abanderado por el PAN y PRD.
En Tamaulipas, la imposición de Baltazar Hinojosa resultó un fiasco, ya que entregó los peores números de los doce candidatos priistas, al grado de haber perdido una ventaja de diez puntos y terminado quince abajo del panista Cabeza de Vaca.
Y así podemos ir estado por estado, hasta entender que los vicios que provocaron la derrota del 2 de julio de 2000, siguen generando adicción en la nomenclatura priista.
Con estos alarmantes resultados, el presidente Peña deberá entrar en una profunda reflexión, para comprender que el camino de su sucesión será un auténtico viacrucis.
Y con las cartas visibles que hoy tiene el presidente para jugar, no se ve con cual pueda jugar para ganar.
Tras los resultados adversos, parece inevitable un golpe de timón, empezando por el PRI y pasando por medio gabinete. ¿Lo dará Peña Nieto?
La borrachera azul
Y en el bando contrario al PRI, en Acción Nacional la borrachera empezó desde las seis de la tarde del domingo.
La voz y la actitud de Ricardo Anaya mostraban la euforia de un personaje que tiene entre ceja y oreja la silla presidencial. Su emoción lo traicionó y de plano declaró que con estos números volverán a Los Pinos.
Es evidente que los triunfos azules en siete de doce gubernaturas lo hicieron volar y en medio de esa embriaguez verse con la banda presidencial cruzando su pecho.
Y es que de los siete estados en donde ganó el PAN, Anaya puede adjudicarse cuando menos cinco: Veracruz, Chihuahua, Durango, Quintana Roo y Aguascalientes. En el caso del gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle quien también suspira por Los Pinos solo puede colgarse la medalla de su propio estado y la de Tamaulipas, aunque esta sea compartida. Y Margarita Zavala pierde en Tlaxcala con Adriana Dávila, a quien le apostaron prácticamente todo.
En conclusión, el domingo puso al “joven maravilla” en la puja presidencial.
Ni más, ni menos.