Margarita Alemán
A lo jarocho
2017-03-06 07:09:10
Cero y van tres, sí, estimado lector, van tres veces que el gobernador del estado, Miguel Ángel Yunes Linares, se queda esperando a que en el Congreso local le aprueben la reestructuración de la deuda pública.
El pasado martes, por no lograr consensos se retiró de última hora el dictamen para autorizar al mandatario reestructurar la deuda pública del estado por un monto de 42 mil millones de pesos.
Los votos de las bancadas del PAN y PRD no resultaban suficientes para aprobarlo por lo que el presidente de la Comisión de Hacienda del Estado, Sergio Rodríguez Cortés, pidió el retiro de la orden del día la propuesta, la solicitud fue apoyada por el priista Juan Manuel del Castillo, quien señaló que es necesario un mayor análisis.
El documento fue devuelto a comisiones para su revisión y posterior discusión ante el Pleno; es de mencionarse que ya pasó un mes desde que los legisladores no se ponen de acuerdo en el tema y aunque el gobernador les ha pedido celeridad en la aprobación de la propuesta, lo cierto es que, hasta ahora el cabildeo no ha sido suficiente para lograrlo.
Previo a la sesión, la bancada de Morena en el Congreso local, adelantaron su voto en contra y anunciaron que presentarían una impugnación en caso de que este martes el dictamen fuera avalado por la mayoría en la Legislatura.
Pero como dicen en el Puerto, “la culpa la tiene el indio”, verá, estimado lector, en el Congreso Yunes Linares no tiene un “negociador”, alguien que genere consenso, pues su bancada está compuesta de “puro improvisado”.
El caso más notorio es precisamente quien hoy encabeza el Congreso, el diputado panista Sergio Hernández Hernández, coordinador de la fracción legislativa del PAN y presidente de la Junta de Coordinación Política.
Un joven que no tiene idea de lo que es negociar no sabe hacer política y mucho menos, lograr acuerdos…
En su desesperación, Yunes Linares ofreció, si es necesario, acudir personalmente a la Legislatura y debatir con los diputados el tema, el asunto, es que el gobernador quiere hacer todo, ser policía, juez, legislador, negociador, todo el solo y evidentemente no puede.
Lo que es visible es la ausencia de operadores con experiencia, confiables, que jueguen el papel de interlocutores válidos no solo con otras fuerzas políticas, sino con grupos, organizaciones y funcionarios de otros niveles de gobierno.